Hoy rescato la poco conocida y no por increíble menos verídica historia del
sin duda más extraordinario y singular de los periodistas mexicanos: Romualdo
Moguel Orantes, conocido en su natal Chiapas como Don Ruma.
Su historia fue recopilada por el investigador Sarelly Martínez de la
universidad estatal y la conocí en un congreso en San Cristóbal.
De 1920 a 1956, Don Ruma escribió, editó y distribuyó su propio periódico,
La Nueva Estrella de Oriente, mejor conocido como La Estrellita. En esto, aquel
periodista no se diferenció de muchos colegas que decidieron echarse a espaldas
todo el ciclo de producción cuando las circunstancias económicas, y
particularmente las políticas no han sido las mejores para el libre ejercicio de la
profesión.
Y en esto vaya que Don Ruma tuvo éxito. Al día de hoy su nombre se
recuerda en certámenes, engalana a clubes de la pluma y es sinónimo de valentía
y honradez. “Es el paladín de los periodistas chiapanecos”, dice en su trabajo el
doctor Martínez.
¿Qué lo distinguió entonces de otros aguerridos y comprometidos
informadores? Que durante 36 años Don Ruma circuló con regularidad entre los
lectores chiapanecos el único periódico manuscrito de que se tenga noticia en los
anales del periodismo continental desde la aparición de La relación del espantable
terremoto … en 1541.
¡Ese es compromiso personal y profesional y no fregaderas!, digo yo.
Sarelly Martínez lo describe con propiedad: “Su actividad, llevada a cabo
con constancia, obsesión y mucho de locura, fue apreciada en su tiempo” y hoy
una asociación de poetas lleva su nombre. “Si se revisan sus textos, sin embargo,
nos encontramos con párrafos ilegibles, con desconocimiento de la gramática y la
ortografía. Sus defensores señalan que Don Ruma construía esos párrafos para
mostrar su rebeldía al sistema político mexicano”.
Juego de ojos
Miguel Ángel Sánchez de Armas
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Pero otros estudiosos, como el maestro Gustavo Montiel, opinaba distinto.
En su libro Tuxtla de mis recuerdos, dice de la escritura de Don Ruma, en cita
tomada de Primer Plano:
“Como un síntoma de rebeldía, algunos textos aparecen con faltas de
ortografía donde utiliza la uve “v” en lugar de la “b”, la “i” latina en lugar de la “y”
griega o “ye”, la “s” en lugar de la “z”, la “c” en lugar de “qu” o viceversa;
abreviaturas de general: Gnral, presidente: Prdte, gobernador: Govdor, partidos:
Ptdos y O’: oriente, así como escribía “dél” en lugar de “de él”, lo cual estaba
repleto de evidente sarcasmo, más no de desconocimiento de la gramática y la
ortografía, ya que se advierte que don Ruma sabía cambiar perfectamente dichas
letras a su antojo, pues en muchas ocasiones escribía correctamente esas
palabras, además de advertirse que escribía quijotescamente con el español
antiguo”.
Romualdo Moguel nació en Chintalapa y a los 20 años emigró a la ciudad
de México, en donde fundó su propio periódico, Diario de un Tuxtleco, en 1911.
Fue huésped de La Castañeda.
Regresó a Chiapas y emprendió varios negocios. Estableció en Tuxtla el
negocio “Fábrica y Colmenar Santa Julia” para la venta y compra de costales,
usados, alfombritas, colmenas e ixtle. Falleció en Tuxtla Gutiérrez el 15 de julio de
1956, víctima de una úlcera cancerosa, de la cual había sido intervenido en el
Hospital General de esa ciudad.
Primer Plano consignó una descripción del personaje: “Era de piel blanca,
esbelto, alto, ojos claros. Los que lo conocieron, lo describen serio, callado, formal
y caballeroso.
“De aspecto distinguido y modales elegantes. Vestía impecable con trajes
de color claro, al principio de casimir, después dril, camisa, chaleco, saco y
corbata; usaba sombrero de fieltro combinándolo con calzado y bastón que
portaba gallardamente.
Juego de ojos
Miguel Ángel Sánchez de Armas
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“En época de lluvia cambiaba bastón por paraguas. Vivió con su hermana
Elodia en la Calle del Estado cerca del río “Sabinal”, hoy Calle Central. La vivienda
hacía las veces de casa habitación y oficina-taller de su periódico”.
En su página “Tuxtla Cultural”, María Magdalena Jiménez publicó otra
estampa de Don Ruma:
“Fue un tipo íntegro, cabal e insobornable: se cuenta que cuando la
periodista Marcelina Galindo de la Revista Impacto lo entrevistó, le pidió que
posara para la fotografía pero Don Ruma le dijo que eso era imposible, pues así
engañaba él a sus lectores y si ella quería retratarlo tendría que esperar a que
empezara a escribir La Estrellita.
“Era un quijote chiapaneco, siempre en busca de la verdad para ser escritas
de su puño y letra en su periódico. Don ruma exhibió a políticos locales y
nacionales de su tiempo, retratándolos tal y como él los concebía. Habló de
fraudes electorales, de personajes tuxtlecos, chiapanecos y nacionales, como
Santiago Serrano, Agripino Gutiérrez Hernández, Alejandro Navas Gardela, de los
generales Pineda y Donato Bravo Izquierdo, entre otros”.
En 1921 contendió por la Presidencia Municipal de Tuxtla y es entonces
cuando establece, como órgano de campaña, La Estrellita. Pierde la elección, mas
persiste y, con su propio partido, el “Filosófico político”, disputa la senaduría,
aunque también sin éxito.
“Después de su derrota […] decide dedicar su vida a exhibir a los políticos
corruptos”, y esto lo lleva a cabo con la edición manuscrita de su periódico, ya que
no tenía los recursos para costear la impresión.
“Aunque se dedicó al periodismo con fervor, le confesó a Marcelina Galindo
Arce que lo que en realidad quería ser era presidente de la República”, pues se
consideraba un hombre honrado.
Continúa Sarelly Martínez:
“La Nueva Estrella de Oriente era impresa en el papel que tuviera a la mano
su editor: podía ser papel periódico, estraza, bond, de china, pero el que prefería
Don Ruma era el cebolla. Sus dimensiones y el número de sus columnas también
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Miguel Ángel Sánchez de Armas
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eran muy variables. Eso dependía del tino de Don Ruma para recortar el papel y
su humor para dividir el pliego en columnas.
“Hay ejemplares de diez columnas y otros de una sola. Sus páginas, eso sí,
no rebasaban la primera plana. En eso era ortodoxo. El tiraje era variable: de 15 a
100 ejemplares. Sus ediciones también: cuando sentía que así lo ameritaban los
acontecimientos y sus pensamientos, sacaba números extraordinarios: al
mediodía y por la tarde […]
“La distribución la llevaba a cabo el propio editor. Iba al Palacio de
Gobierno, Presidencia Municipal, Alameda, hoteles, refresquerías y casas
particulares. Sus destinatarios eran reacios a aceptar La Estrellita. Por eso, con
comedimiento tiraba la hoja manuscrita a los pies del potencial lector al tiempo que
gritaba: ‘¡La calavera!’
“De 1922 a 1950, La Nueva Estrella de Oriente se repartió gratuitamente.
Después impuso el precio de cinco centavos, con el agregado de que el editor lo
leía a los compradores.”
Primer Plano recuerda que en su periódico, Don Ruma se autodenominó “El
Héroe”, “El Príncipe del Dolor”, “El Ignoto” y “El Pensador”. Escribió discursos a
manera de poemas para su partido “y aunque muchos lo catalogaban loco e
ignorante, en su periódico se advierte que usaba palabras que no son del común
de la gente de aquel tiempo y de este”.
No faltó entonces quien comparara a Don Ruma con un Quijote chiapaneco,
pues como el de La Mancha, había perdido la razón. Mas igual que aquél, llamó la
atención de sus contemporáneos.
Enrique Aguilera Gómez, Santiago Serrano, Héctor Cortés Mandujano,
Rosario Castellanos y Carlos Ruiseñor Esquinca, escribieron sobre el personaje.
Yo, por mi parte, creo que la carrera de Romualdo Moguel confirma que de
médico, periodista y loco todos tenemos un poco. Y que más vale ser un orate
limpio y luchador, que un cuerdo facineroso. Creo que Sarelly Martínez coincidiría
en esto conmigo. Le voy a preguntar.
5 de mayo de 2024