¿Es usted de los que semanalmente pagan ese impuesto a la ilusión mejor
conocido como Melate o Lotería Nacional? Entonces, amigo mío, puede estar en
la mira de una transnacional del fraude muy bien organizada y persuasiva que ha
llevado a la ruina a cientos, quizá miles de personas en todo el mundo.
Se trata de la versión globalizada del mexicanísimo “paquetazo”. ¿La
recuerda? Puede tener lugar así: en las afueras del centro comercial o del banco
una persona de aspecto humilde pide a un señor o a una señora “decentes” ayuda
pues ha encontrado una bolsa llena de dinero (que desde luego exhibe) y no sabe
qué hacer. Ofrece compartir el hallazgo a cambio de orientación; siguen una serie
de maniobras; la persona “decente”, atrapada por la avaricia, da en prenda algún
objeto valioso y acepta guardar el dinero “encontrado”, para descubrir, en su casa,
un ordenado fajo … de recortes de periódico.
Pues bien, los “paqueteros” globales andan sueltos y por increíble que
parezca engatusan con la mano en la cintura a muchos de la legión de inocentes
que pulula en la tierra. “¡Dejad que los tontos vengan a mi!” ¿Qué tendría de raro
esto si después de todo hay por lo menos dos operaciones documentadas de
venta de la torre Eiffel, una de ellas a un vanidoso millonario gringo? ¿O la
“compra” de un glaciar en Argentina por un mentecato a quien un truhan
convenció de que la próxima escasez mundial de agua potable lo colocaría en
posesión de un bien más valioso que el oro?
Veamos cómo operan estos estafadores internacionales. Trabajan vía
mensajes de correo electrónico. En todos los casos aseguran que obtuvieron los
datos del recipiendario (el equivalente de la “persona decente” de líneas arriba) en
una embajada, en una cámara de comercio o en algún organismo profesional que
garantizó la honorabilidad de la víctima… perdón, de la persona. Ejemplos:
De Johannesburgo, África del Sur, escribe Mr. Williams Yengueni. Su
hermano Tony, del mismo apellido, amasó un fondo de 27.5 millones de dólares
Juego de ojos
Miguel Ángel Sánchez de Armas
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estadounidenses durante su gestión como presidente del Parlamento. Ese fondo
debe ser colocado en una cuenta extranjera puesto que las autoridades
sudafricanas congelaron las finanzas de los Yengueni luego de arrestar a don
Tony. A cambio de ese pequeño favor, el destinatario recibirá el 25% de los
fondos. Y para ello nomás necesita enviar a don Williams su número de cuenta, el
banco con el que opera, números telefónicos, dirección, etc., etc.
También de Johannesburgo en donde se encuentra exiliada después de
que su marido fue asesinado en su natal Zimbabwe, doña Lydia Zuma pide ayuda
para sacar del país los 20.5 millones de dólares que su rico y previsor consorte
(ganadero y agricultor, enemigo político del presidente Mugabe) le dejó en un
banco sudafricano. Por el control de cambios, el dinero sólo puede ser transferido
al extranjero como fondo de inversión. Por este pequeño favor, quien ayude
recibirá el 25% del total.
Desde Nigeria, un administrador de la empresa estatal de petróleos NNPC
pide ayuda urgente para disponer de un remanente de 25 millones de dólares de
un contrato que se sobrefacturó inadvertidamente y que no fue registrado en la
contabilidad de la compañía. Como funcionario público este sujeto no puede
disponer del dinero, pero sí ordenar una “devolución” a un extranjero “honrado y
confiable”, que no vaya a intentar quedarse con todo el botín, a cambio de la
consabida tarifa del 25%.
Un tal Henri Annan, de Costa de Marfil, cuyo padre murió en un ataque de
rebeldes en la localidad de Bouaké, pide ayuda para rescatar su herencia de 19.3
millones de dólares. El es un joven inexperto que a cambio de ayuda no sólo daría
el 25% de su legado, sino que promete establecerse en el país de quien lo auxilie
para ahí invertir su fortuna y vivir por siempre feliz.
Oferta verdaderamente irresistible es la de Naser Al Belooshi, un rico
comerciante del Bahrein. A este buen hombre le diagnosticaron cáncer en el
esófago y a las puertas de la muerte, arrepentido de una vida disoluta y apartada
de Dios, pide ayuda para distribuir cuatro millones de dólares entre organizaciones
de beneficencia en un país necesitado. Así él obtendrá el perdón divino y se irá al
Juego de ojos
Miguel Ángel Sánchez de Armas
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cielo, mientras que quien lo ayude se quedará con 800 mil billetes verdes. Ah,
pero exige una promesa absoluta de que su confianza no será traicionada y de
que el dinero llegará a los más necesitados, igualito que cuando Michael Corleone
le dio 100 millones de dólares al arzobispo para los pobres de Sicilia.
El camerunés Joseph.p.Bah (así se escribe) se dice hijo del general Samuel
Bah, quien murió en un intento de golpe de estado en el 2003. Este amoroso
padre dejó un fondo de 10.5 millones de dólares para que su hijito no la pasara
mal. El dinero es producto de algunos regalos y componendas maquinadas por el
general durante su paso por la dirección general de la industria militar de su país.
Bah junior ofrece una comisión del 15% a quien le ayude a invertir el dinero
familiar en alguna nación fuera del África y espera en Accra una pronta respuesta
de posibles inversionistas de buen corazón que deseen ayudarse a sí mismos y a
un joven inexperto.
¿Le parece lo anterior una broma? Pues no lo es. Existen numerosos
testimonios de personas en el primer, segundo, tercer y cuarto mundo que han
creído ver en estas propuestas una oportunidad de dinero fácil y que han
terminado en el asilo de pobres o al borde del suicidio. Piénselo la próxima vez
que compre su Melate o su billete de la lotería.
Por cierto, ¿ya vio cuánto hay en la bolsa esta semana?
25 de febrero de 2024