Ubaldo Díaz
México sigue de pie y comunicado. A pesar de los desastres naturales que han azotado a nuestro país en los últimos días, la red de carreteras federales, el transporte y las telecomunicaciones mantienen conectado a más de 120 millones de mexicanos.
El Gobierno Federal, a través de la SCT, ha demostrado que la política pública de Comunicaciones y Transportes es mucho más fuerte que huracanes o sismos y que la infraestructura nacional resistió el embate de la naturaleza y mantiene comunicados y unidos a todos los connacionales. Los 40 mil kilómetros de carreteras, los 10 mil de autopistas, los puertos y aeropuertos operan con normalidad, incluso el criticado Paso Exprés de Cuernavaca permite el tránsito confiable de usuarios cotidianos, el traslado de víveres, maquinaria pesada, voluntarios y rescatistas sin problema.
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Y al igual que en el 85, los jóvenes han salido a pelear fuerte en contra de los fenómenos naturales que han golpeado a miles de mexicanos, como lo hicieron en aquella ocasión y lo repiten hoy en el 2017, con circunstancias muy distintas, pero con las mismas motivaciones.
Por toda la ciudad de México, la clase pobre, los más necesitados salieron a dar la cara, tomaron la pala, los picos, las lamparas, llevando alimentos, agua y fueron a edificios colapsados, para ayudar a las víctimas: Ello no tiene comparación. Saberlo no alivia el sufrimiento, pero si entienden el papel que les toca jugar en estos momentos.
En 85, la sociedad civil asumió el control del rescate ante el pasmo del Gobierno de Miguel de la Madrid. Desde entonces en cada tragedia en México surge una fuerza ciudadana que lo da todo. En 2017, aunque a muchos les pesa y quieren buscar problemas o descalificaciones a la política de los gobiernos Federal y del DF, pero el Presidente Peña Nieto asumió el liderazgo que le correspondía y por ello estará en condiciones de salvar su sexenio. Algunos argumentan estupideces, pero la verdad es que tanto Peña como Miguel Ángel Mancera han jugo un roll que nadie esperaba.
Los edificios colapsados en la ciudad de México se vieron saturados de ciudadanos quienes como hormigas removían escombros y realizaban los primeros rescates.
Pronto llegaron también policías capitalinos, soldados y marinos. Detrás de ellos los especialistas de Protección Civil de los gobiernos Federal y de la CDMX.
Enrique Peña Nieto y el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera acertaron al estar todo el tiempo pendiente de la problemática del DF. Durante los días y noches, ambos aparecieron en algunos de los inmuebles colapsados para dar instrucciones, hablar con los afectados y los vecinos.
A partir de entonces el control de las acciones fueron asumidas por los mandos militares y de Protección Civil y los ciudadanos sólo coadyuvaron. La perfecta armonía. Quienes no aparecieron nunca por ningún lado fueron los políticos. Ni sus partidos. Ni sus diversas organizaciones. Siendo miserables con sus actitudes.
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El líder del tricolor Enrique Ochoa Reza, abre la cartera para destinar, ya 258 millones de pesos que forma parte de una partida ordinaria que les otorgan el INE anualmente. Es dinero que puede ayudar de manera inmediata pero no suficiente y menos resuelve toda la problemática, pero si ayuda.
Por eso, Ochoa el fin de semana cruzo información con los líderes del Congreso, César Camacho en San Lázaro y Emilio Gamboa en el Senado. Quieren afinar la forma de poder otorgar esos dineros que les entregan como partido y desde luego afianzar un presupuesto que pueda sacar adelante el próximo año esos gastos de desastres naturales.
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La Comisión Nacional de los Derechos Humanos solicitó al Secretario de Gobernación y a todos los titulares de los gobiernos estatales y al Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, pero en especial a los gobernadores de Chiapas, Estado de México, Guerrero, Morelos, Oaxaca, Puebla y de la Ciudad de México, que la atención inmediata de la tragedia debe seguir una serie de protocolos para asegurar que las y los afectados tengan asegurados con oportunidad los niveles de bienestar mínimos acordes con la dignidad humana, lo que implica la urgencia de tomar las medidas necesarias preventivas y de corto, mediano y largo plazos, para que la atención por el desastre y sus efectos se haga con perspectiva de derechos humanos.
Para ello, les remitió para su aplicación las “Directrices Operacionales del Comité́ Permanente entre Organismos (IASC) sobre la Protección de los Derechos Humanos en Situaciones de Desastres Naturales”, que en su parte conducente contiene pautas de acción previas, durante y posteriores a un desastre natural, en relación con la salvaguarda de estos derechos.
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