La soberbia que ha caracterizado al oficialismo desde los tiempos en que Andrés Manuel
López Obrador llegó a la presidencia de la República y comprobó aquella máxima de que
“no es lo mismo ser borracho que cantinero”, ahora se empieza a apagar, eso sí, muy
gradualmente, pero al fin va a la baja y, ¡quién lo diría!, el factor determinante para que
ello ocurriera fue ni más ni menos que el arribo de Donald Trump a la Casa Blanca como el
presidente número 47 de los Estados Unidos y el cumplimiento que está dando a las
amenazas lanzadas a México; cuestión de ver el caos en que se ha convertido la frontera
entre México y el poderoso vecino del norte, ante lo cual, esta errada y llamada cuarta
transformación no ha podido hacer nada y eso que el nuevo mandatario de Estados
Unidos apenas lleva 48 horas en el puesto, ¡y lo que falta!
A los inicios de su administración, la presidenta Claudia Sheinbaum continuó –como
buena alumna que es de su antecesor-, con una actitud eminentemente soberbia,
sabedora de que tenía “la sartén por el mango”, al convertirse en la primera mujer
presidenta de México, pero al parecer, el gusto le está durando poco pues el retorno de
Trump a la Casa Blanca, ha terminado por evidenciar la debilidad de la jefa del Ejecutivo y
su círculo cercano, que supone que con discursos nacionalistas va a arreglar las tensiones
entre México y Estados Unidos y si acaso, parece que deja un resquicio para la negociación
con el programa “Quédate en México”, es decir, a cambio de qué nuestro país permitirá el
regreso de migrantes ilegales que no sean nacionales y que sea más de un apoyo de 2 mil
pesos.
Entonces sí, ante la impotencia que ha exhibido el oficialismo para enfrentar al
controvertido presidente norteamericano, Sheinbaum Pardo llama a la oposición a que
igualmente se envuelva en la bandera mexicana y una y otra vez reitera que México
actuará en defensa de su soberanía, pero desafortunadamente, el enemigo no es
pequeño.
¿Acaso la presidenta no fue la presidenta la que ha venido despreciando a la oposición?
Desde su primer discurso como la nueva mandataria no se tomó la molestia de dirigirle
ninguna mención a la oposición, sobre la base de que su mayoría artificial en el Congreso
de la Unión y el desmantelamiento del Poder Judicial y de los organismos autónomos le
bastaba y le sobraba para gobernar el segundo piso de esta errada y llamada cuarta
transformación.
No obstante, frente a Estados Unidos y Trump, la cosa dio un giro bastante importante
que, se reitera, está poniendo de manifiesto la incapacidad de la administración mexicana
y ahora tanto la presidenta como sus fieles emisarios, echan mano de un llamado a la
unidad, eso sí, en torno a Claudia Sheinbaum.
El presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, Gerardo Fernández
Noroña, hizo un llamado a la unidad nacional para hacer frente a las medidas del gobierno
de Estados Unidos en contra de México y pidió a la oposición no regatear el respaldo a la
presidenta “en la defensa de nuestra soberanía, de los mexicanos y los migrantes que
radican en aquel país”.
Otro que también se baja del tapete en el que estaba subido es precisamente Fernández
Noroña que en el pasado reciente tuvo sus lances en contra de la oposición llegando hasta
la burla y ahora, en la sesión de la Comisión Permanente señaló que Trump “porfía en la
determinación de iniciar una serie de políticas que son francamente ofensivas” en contra
de México, particularmente de los héroes y heroínas migrantes, que desde hace muchas
décadas se fueron por necesidad económica y que han contribuido de manera absoluta
con su trabajo y con sus impuestos a la riqueza del vecino país”.
Por lo menos una pregunta no sobra en este orden de ideas, ¿por qué el senador
Fernández Noroña no se fue de vacaciones decembrinas a Venezuela o a Cuba?, estuvo en
cambio en Nueva York y son conocidas sus visitas a Estados Unidos, entonces, ¿en qué
quedamos?
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