No le quedó de otra a la flamante secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez y en la
gustadísima mañanera del pueblo ahora bajo su responsabilidad, en lo que fue un
evidente desaire; un plantón en toda la extensión de la palabra y una demostración de
que al presidente Donald Trump no le importa en lo más mínimo reunirse con su
homóloga mexicana, Claudia Sheinbaum, por eso tuvo que decir que la reunión que se
celebraría en Alberta, Canadá, no se había cancelado sino pospuesto.
Vaya forma de tratar de componer la situación la de la responsable de la política interna
del país, movida más porque los más férreos defensores de Sheinbaum Pardo aseguran
por las redes sociales que Trump había salido corriendo de Canadá porque ahí venía la
“wonderfull woman” a defender con dignidad a los migrantes mexicanos.
Si el inquilino de la Casa Blanca se enteró de esos comentarios, seguramente estará
“muerto de la risa”. En el fondo, hay que ver que el controvertido mandatario
norteamericano si por algo se caracteriza, es por siempre hacer lo que quiere en donde
quiere, desafortunadamente.
Ya se había consignado en este espacio que es además un misógino al que le disgusta que
las mujeres estén activas en política y en gobierno, de ahí que tienda a despreciarlas; a
hacerlas de lado a pesar de que en su gabinete tenga mujeres como la señalada secretaria
de seguridad Interior, Kristi Noem, quien por cierto tuvo ayer una reacción alérgica que la
llevó al hospital.
En base a lo anterior, habría que recordar cuando la semana pasada, la señora Noem
acusó a la presidenta Sheinbaum de propiciar las movilizaciones violentas de los migrantes
mexicanos. En pleno Salón Oval, lo que recibió la funcionaria estadunidense fue la
aprobación de Trump con su silencio, en señal de que él no estaba dispuesto en ningún
momento a meter la mano por la mandataria mexicana, por muy wonderfull woman que
fuera.
En este entuerto, no se puede negar que Claudia Sheinbaum también tuvo la culpa,
porque con tal de darse su “baño de pueblo”, hizo toda la faramalla de anunciar que
viajaría a Alberta, Canadá en vuelo comercial, pero omitió informar que un avión de la
Marina escoltó el vuelo de la jefa del Ejecutivo y que su comitiva llegó antes a la sede de la
reunión del G7 porque se trasladaron en avión militar.
Entonces, como dice un popular refrán “¿por qué tanto brinco estando el suelo tan
parejo?”. Si por algún momento supuso la mandataria mexicana que Donald Trump estaba
presto a esperarla con toda la paciencia hasta que su vuelo comercial arribara, pues de
plano, fue un error, considerando que el inquilino de la Casa Blanca se considera el rey del
mundo que conquista y domina a placer.
Caro le costó sin duda a Sheinbaum armar todo el teatrito para viajar a Canadá. Si ya había
logrado romper con la costumbre de su antecesor y maestro de no ir a ninguna reunión
mundial porque siempre López Obrador se vió tan chiquito frente a verdaderos estadistas,
para qué echar todo a perder con tal de verse “austera y humilde” frente al “pueblo sabio
y bueno”.
Cierto es que Sheinbaum Pardo llevó a cabo el resto de la agenda que la Secretaría de
Relaciones Exteriores que encabeza Juan Ramón de la Fuente, le armó con tanto detalle,
pero el punto más importante que era el encuentro cara a cara con el presidente de
Estados Unidos, se canceló por el puro gusto de Trump, un hombre también sumamente
voluble. ¿A quién nos recuerda este tipo de arrebatos?
Pero es evidente que la presidenta no se podía quedar con ese “negrito en el arroz”, por
eso anunció, casi, casi “con bombo y platillo” que había tenido una muy buena llamada
telefónica con Trump, en la que habían abordado lo que se supone que harían en Alberta,
Canadá, esto es, temas de seguridad y migración en la relación bilateral, pero
definitivamente no es lo mismo que en persona.
Quizás sí, Sheinbaum Pardo le pudo leer la documentación que su equipo le había
preparado para el encuentro personal y que eran cifras sobre cómo se ha abatido la
inseguridad y la delincuencia organizada.
Aquí la pregunta sería: ¿a poco Trump le creyó?; ¿a poco la presidenta de México con esa
sola llamada supone que se acabarán con las deportaciones masivas y violencia que ha
expandido por todo Estados Unidos Trump?
Enojado está y mucho el inquilino de la Casa Blanca porque el desaire por los festejos de
su cumpleaños el pasado sábado, fue mayúsculo.
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