Pese a los autores de novela policíaca que por sus méritos han logrado
sacudirse el adjetivo de subgénero o de género menor que tiene esa escuela, no
ha sucedido así con el género mismo, que muchos siguen considerando inferior en
términos generales.
Cierto, es un tema trillado, pero lo retomo para abordar a un novelista que
podría de una vez por todas eliminar cualquier sombra de duda acerca de las
enormes posibilidades literarias y de calidad que tiene el género negro, al igual
que cualquier otra creación artística. Se trata de Fernando del Paso y su novela
Linda 67. Historia de un crimen.
“Desesperado por conservar su modo de vida, David Sorensen ha decidido
asesinar a su mujer, una rubia millonaria de piel tostada por el sol y costumbres
insoportables. Fingir luego un secuestro y echarse a la bolsa un rescate de
millones de dólares parecen cosa fácil para este arribista en quien el engaño se ha
convertido, inconscientemente, en una forma de vida”.
Tal es el punto de partida de una novela que a primera vista parece una
desviación en la carrera literaria de Del Paso, dice Dolores Carbonell en la
presentación de una entrevista que hizo al escritor.
“Quién hubiera pensado”, se pregunta la Carbonell, “que el autor de José
Trigo, Palinuro de México y Noticias del Imperio volvería la mirada hacia un género
que algunos consideran menor, quizá porque no saben lo tremendamente difícil
que resulta tramar un asesinato sin dejar cabos sueltos ni perder la claridad. Por
eso, la pregunta resulta inevitable: ¿Por qué un thriller ahora?”
Esta fue la respuesta del autor:
“Desde hace muchos años, particularmente cuando descubrí la existencia
de la serie El Séptimo Círculo -colección de novelas policiacas publicadas por
Borges y Bioy Casares-, y conocí a Álvaro Mutis, quien me orientó con respecto a
ciertas lecturas de autores como Simenon, he sido lector -no fanático, pero sí
esporádico- del género. Se me ocurrió entonces emprender yo mismo el reto que
Juego de ojos
Miguel Ángel Sánchez de Armas
2
significaba construir algo así, aunque lo fui posponiendo a medida que trabajaba
en mis novelas. De hecho, fue como hace 10 años cuando se me ocurrió el
meollo, la anécdota de lo que sería Linda 67. Historia de un crimen”.
Fernando del Paso no fue un autor de novela policiaca, tanto así, que
confesó a la Carbonell que el proyecto de la novela fue “un proyecto secreto”
durante años, “porque no sabía si [le] iba a salir”.
Seguramente una novela del género negro representaba un desafío que Del
Paso no podía ignorar. El resultado es una espléndida obra que se disfruta página
a página. En cada palabra, en cada frase, en cada giro, se hace presente la mano
de un creador sazonado que juega con el género. Aunque no se trata de una
novela experimental en la técnica narrativa, sí es una historia contada con
originalidad.
Una de las pocas cosas reprochables a la obra es el título tan poco original,
que contrasta con la riqueza literaria. Linda 67 es la nomenclatura de las placas
del automóvil en el que muere la esposa de Sorensen, su nombre y año de
nacimiento, práctica frecuente entre las clases adineradas de California, donde los
propietarios de vehículos pueden personalizarlas. En este caso se trata de un
Daimler Majestic de colección.
Un narrador omnisciente se encarga de darnos a conocer la trama y desde
el inicio nos informa que un crimen fue cometido, quién lo cometió y contra quién.
Se trata de David Sorensen, mexicano casado con Linda, de quien está a punto de
divorciarse porque el padre de ella, un multimillonario, la amenaza con
desheredarla si no se separa del yerno al que nunca quiso conocer.
Sorensen es rubio, bien educado, hijo de un diplomático retirado y en la
penuria, quien habituó a su hijo a vivir bien. Ante la posibilidad de quedar en la
pobreza, el joven acaricia la idea de matar a Linda, simular un secuestro, pedir
quince millones de dólares de rescate y regresar a México a disfrutarlos con Olivia,
su amante mexicana.
En ese savoir vivre Del Paso da rienda suelta a una gran cantidad de datos
y hace gala de conocer relojes, perfumes, pintura, literatura, vinos, autos, plantas,
Juego de ojos
Miguel Ángel Sánchez de Armas
3
arte culinario, publicidad, cine, marcas de ropa de cama, diseñadores de moda,
accesorios y varios etcéteras.
Se trata de la misma característica que ha colocado a Fernando del Paso
como un autor intelectualista, sobre todo a partir de Palinuro de México, su
segunda novela, aunque, como bien afirma John Brushwood, “para llamarla novela
habría que ampliar la definición del género. Palinuro de México es enciclopédica
en cuanto a la variedad de información que contiene y es virtuosa en cuanto a la
variedad estilística”.
La acción se desarrolla en San Francisco y destaca el conocimiento de la
ciudad de que hace gala Del Paso, lo cual, sumado al hecho de que el
protagonista –mexicano- esté casado con una estadounidense y la presencia de
una amante mexicana, sirve de marco para confrontar a las dos culturas: la
yanqui, próspera, fría, calculadora y elitista; la mexicana, alegre, sincera,
misteriosa, pobre y enigmática.
Esta confrontación la hace un personaje que se dice mexicano, pero que en
realidad tiene un serio problema de identidad y percibe sus dos mundo un tanto
ajenos y rechazantes, como sucede con muchos migrantes, independientemente
del status con el que permanecen en latitudes distintas a las de la tierra que los vio
nacer.
En el alud de información que es la novela, además de la vida en San
Francisco se incluyen múltiples referencias a la vida en México, incluso la resta de
los tres ceros al peso en 1993, lo cual ubica en el tiempo a la acción del libro. Sin
embargo, el aspecto que le da el carácter contundentemente mexicano es la
actuación del protagonista. El hilo que siguen sus razonamientos lo colocan como
perteneciente a una sociedad específica. Las ideas que lo asaltan frente a la
muerte, al amor, al dinero, a la amistad, dan cuenta de un personaje descrito y
creado por un mexicano.
Otro elemento que llena muchas páginas de la novela es la vida interior del
protagonista, aunque presentada de manera tan acuciosa que se llega a confundir
al narrador omnipresente con el personaje. Al adentrarme en la estructura
Juego de ojos
Miguel Ángel Sánchez de Armas
4
psicológica de David, me resulta inevitable asociar su apellido, Sorensen, con el
nombre de pila del filósofo danés Soren Kierkegaard, un teólogo al quien ha
acudido con frecuencia Del Paso -cuya obra literaria incluye unos delicados
“Nuevos Sonetos Marianos”- debido a la prioridad que dio a la existencia sobre la
esencia, al pensamiento existencial sobre el especulativo.
Linda 67 es una novela negra que cumple con los cánones del género, pero
que supera a éste porque es una obra que está a la altura de cualquier otra, con
independencia del género, lo cual demuestra que para escribir novelas policiacas
no hay que ser aficionado a ellas, sino simple y llanamente hay que ser escritor, y
cuanto mejor escritor, mejores novelas habrán de producirse.
En este sentido no puedo olvidar que Del Paso tiene un importante
antecedente como trabajador de medios de comunicación, concretamente en la
BBC de Londres, lo cual, pienso, pudo haberle facilitado estilísticamente esta
incursión en el género policiaco. En cualquier caso, Linda 67 sin duda compite en
calidad con el resto de la obra de Del Paso.
16 de marzo de 2025