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PRIORIDAD.- preferencia que se considera más importante que otra. Ventaja que una
persona tiene sobre otra circunstancia.
Tal definición nos detalla lo que tiene que prevalecer en la mente de un funcionario
público, si éste es profesional, dilecto, eficiente, humano, moral, digno, demócrata, probo,
sobre todo si se comprometió a ejercer con ética el cargo conferido.
El tema de esta Entrega, lamentablemente, no aplica en quien el 1 de diciembre de 2018,
protestó ante la Nación, la Bandera, la Soberanía, el pueblo bueno y sabio “cumplir y hacer
cumplir la Constitución y las Leyes que de ella emanen”, porque su llegada a Palacio
Nacional (ansiada entre 12 y 15 años atrás) no fue para gobernar, sino cobrar venganza
contra los mexicanos, porque se siente diferente a todos. Cree ser el mesías de la Nación, el
designado por Dios para cumplir en la Tierra sus deseos (el Peje).
Como leyeron hablaré de Andrés Manuel López Obrador, un político barato, incapaz de
desarrollar el cargo que 30 millones 104 mil votos le dieron en la elección presidencial de
2018. Carece de perfil profesional, no presentó el Examen de Control de Confianza, su
incapacidad intelectual no da para representar digna, legal, orgullosamente a México en el
concierto internacional. Sus problemas psicológicos merman su habilidad de responder con
eficiencia a las necesidades de más de 130 millones de mexicanos, 30 de los cuales están
decepcionados, hartos, engañados porque creyeron sería diferente a los otros (PRI, PAN)
pero resultó peor, miserable, comparado con quienes critica, odia, denosta, injuria
(Salinas, Fox, Calderón, Peña).
Una de sus patologías mentales que más adolece es la mentira, virtud propia de una
persona falsa, fingido, falaz, quien durante sus periplos electoreros en las campañas 2006,
2012, 2018 fueron punzando su mentalidad pues creyó que eso quería oír la gente a quien
mendigaría el voto presidencial.
Como aspirante eterno “a la grande” siempre prometió, ofertó, comprometió esperanzas
que jamás cumple. “No somos iguales” alharaqueaba. “Primero los pobres”, bandera falsa
en 2018. “Acabaré con la corrupción”, presumía.
La gente, harta de los gobiernos priistas durante 76 años, panistas 12, se ilusionó y tras 3
intentos de ganar la presidencial, en 2018 logra el objetivo, pero ya desgastado, enfermo,
psicópata (posee una especial habilidad para detectar los puntos débiles y vulnerabilidades
de las personas -30 millones 104 mil- que aprovecha para su propio beneficio, por lo cual,
muestra alto poder de persuasión y manipulación –chairos, pejezombies, amlovers,
aduladores, adoradores, larvas, “floreros”, leales a ciegas, etc.) para lograr sus fines.
A base engaños y mentiras para lograr el poder –aunque sabía no tener la capacidad para
ello- se fijó el objetivo de “ser diferente”; utilizar la Silla del Águila para beneficio propio,
parental, tribal (T4a, Morena), primer círculo, descendientes (José Ramón, Andy, Gonzalo
y Chocoflán), hermanos (Pío, Martincillo, Arturo, los más corruptos de los 6), primos,
cuñadas, nuera, etc. ignorando que en un régimen democrático (que lo llevó a PN) el
nepotismo es un delito federal. Pero eso no le importa, mientras su raza se haga millonaria.
Esa ha sido su prioridad, lo suyo, los suyos y sus vanidades.
Decía que esta perversidad de Andrés Manuel la demostró y exhibió al mundo antes,
durante y posterior al paso desastroso del Huracán Otis, que devastó Acapulco y varios
municipios del Estado de Guerrero, por incapacidad, valemadrismo, ineptitud, perversidad,
indiferencia de los tres niveles de gobierno (todos de Morena) federal, estatal y municipal
cuyas consecuencias, más que fatal, fue atroces, pues “agarró” desprevenidos a las víctimas
mortales, lesionadas, desaparecidas, bienes, muebles, inmuebles, colectividad, cuya
reacción (como ha sido la constante de Morena y T4a, nunca la prevención) tardó más de 5
horas, desde López Obrador, Evelyn Salgado (gobernadora), Abelina López Rodríguez
(presidenta municipal de Acapulco), Laura Velázquez (Coordinadora Nacional de
Protección Civil), Oscar Zepeda (director de protección civil de Acapulco), Luisa María
Alcalde Luján, (Secretaria de Gobernación y responsable directa de Protección Civil
Nacional), quienes jamás respetaron la intensidad o categoría 5 de Otis, pese a que días y
horas antes del impacto, desestimaron la potencia y no alertaron a la población del
monstruo que se acercaba al puerto.
Lo que ha seguido a la tragedia es de mentada de madre: inoperatividad de los gobiernos de
los tres niveles. Toman la tragedia como si hubiese sido una torrencial lluvia, no un
huracán, pues el protagonismo, prepotencia, indiferencia, insensibilidad y tonterías de
López Obrador, impidieron que la sociedad civil, el pueblo bueno y sabio –de todo el país-
entregara oportuna, eficiente, diligentemente la ayuda humanitaria a los afectados.
De suyo, actuando como lo que es, dictadorzuelo de pacotilla, desde el monologo de su
soberbia, en Palacio Nacional, ordenó que sólo el ejército y la marina, fueran las entidades
que entregaran las colectas del pueblo “a nombre de su gobierno”. Y así fue, durante las 76
horas posteriores al impacto, retenes (prohibido por la Constitución) de soldados y marinos
en las carreteras de acceso al puerto, no sólo impidieron, sino decomisaron (sin tener
derecho a ello, porque eran bienes de la gente, no oficiales) los víveres, bajo la peregrina
orden de que “ellos” las harían llegar a los necesitados.
Ante la presión de los medios de comunicación dignos, redes sociales, protestas de los
benefactores y sobre todo el Amparo de una jueza federal, obligó al inepto Peje, destrabar
su estupidez y ordenó paso libre a la sociedad civil para entregar in situ y propia mano la
ayuda.
Antes, y en actitud totalitaria, absurda, delincuencial (como ladrones), ejército y marina,
con lo hurtado en los retenes, empacaron en cajas de cartón con el logotipo oficial de
“Gobierno de México” (es decir, López Obrador, Morena, T4a), despensas con bienes
llevados a Acapulco por la gente, en sus autos, camiones, camionetas, etc. pagando su
gasolina, peajes, horas de manejo y riesgos, para que el gobierno lopezobradorista hiciera
“caravana con sombrero ajeno”, con productos hurtados en bloqueos por la Bota Militar.
¡¡Eso, Andrés, fue no tener madre!!
Pero la cosa no paro ahí. El Coordinador Nacional de México (porque no gobierna, menos
sabe cómo se come eso), en pleno caos, desesperación, ira, impotencia, encabronamiento,
inseguridad, rapiña, hambruna, sed, abandono a los acapulqueños y municipios afectados,
jamás estuvo en las zonas siniestradas, -no para que llorara la tragedia, levantar escombros
–para la foto-, coordinar acciones o al menos, in situ, ofrecer una palabras de alivio y
aliento. No, jamás-
Prefirió hacer un viaje a Monterrey, a inaugurar una estúpida obra hidráulica –sin terminar-
para satisfacer el ego de su cómplice, amigo y larva, gobernador de Nuevo León, Samuel
García.
Horas después, realizó una gira de acompañamiento (no de trabajo o de inauguraciones en
favor de la población), a la “gobernadora impuesta” del Estado de México, Delfina (fina
para la tranza) Gómez, en eventos electoreros y de pretensa legitimidad a la política que
llegó al cargo por una “negociación PRI-Morena” (intercambio de gubernaturas (Coahuila
para el PRI, Edomex para Morena). Mientras se placeaban por Los Reyes La Paz, Neza,
Atizapán, en Acapulco y municipios aledaños aparecían cadáveres, retumbaba hambre, sed,
rapiña, llanto, desesperación. Era la constante del pueblo bueno y sabio, abandonado,
ignorado, incomunicado, sin energía eléctrica, sin manera de movilizarse.
Organismos internacionales, asociaciones civiles, Cruz Roja, Clubes de servicio y de ayuda
humanitaria, millones de manos socorrían a los hermanos en desgracia, mientras Luisa
María Alcalde (Gobernación y PC), Evelyn Salgado (gobernadora), Rosa Icela Rodríguez
(Secretaria de Seguridad Ciudadana Federal), Abelina López (alcalde de Acapulco), se
paseaban por calles limpias, por donde no hubiera despojos, animales muertos, basura,
fango, niños y mujeres pedigüeñas, para que sus equipos de fotógrafos, reporteros y
camarógrafos, tomaran imágenes de sus “recorridos”, pero… fotógrafos dignos, de prensa,
independientes, curiosos, paparazis, subieron a redes sociales videos y fotos de las 4 con los
zapatos pulcramente limpios, lustrosos, ellas sin sudor en el rostro, sonrientes, sin
cansancio.
Horas después, sus estaffs de Comunicación Social, invadieron medios y redes con
boletines, crónicas, imágenes, videos destacando la ardua labor de supervisión y
coordinación que sus jefas realizaron por “sus zonas devastadas”, jajajajaja. ¡Simulación,
engaño, mentiras! de la T4a.
Del otro lado de la moneda, la solidaridad, socorro, ayuda a quienes en estos momentos
necesitan todo (comida, agua, ropa, cobijas, materiales de construcción, medicinas,
pañales, biberones, productos de aseo personal y cientos de productos más) sigue fluyendo,
sin el estorbo de soldados, marinos, guardia nacional (que no impide la rapiña, saqueo,
robo a lo que quedó de una casa, comercios; asaltos, despojos). Instituciones públicas y
privadas como la UNAM, Universidades, Coparmex, escuelas particulares, vecinos,
amigos, parientes, conocidos, etc. siguen concentrando víveres; una vez cargados en
camionetas, camiones, autos se trasladan al punto de la desgracia para entregar lo donado
sin más que el deseo de ayudar, paliar, auxiliar a los afectados.
A tantos días de la tragedia, López Obrador, sin la mínima expresión solidaria, humanitaria,
ni remordimiento de conciencia, 4 y 5 de noviembre viajó en helicóptero (lo que no hizo
para llegar a Acapulco), a supervisar sus obras faraónicas (con las que ha depredado dinero
público), Tren Maya y aeropuerto de Tulum (propiedad del Ejército) atreviéndose a
publicar en redes sociales y periódicos, fotos de su paseo con la gobernadora de Quintana
Roo, la morenista Mara Lezama… ¡Acapulco… que se espere! Primero lo suyo, su
partido, sus obras de estulticia… Para López Obrador, esa es su prioridad
*Colaborador de los Grupos Editoriales Digitales pasaporteinformativo.mx,
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