Existe la confusión de que los grandes diseñadores de los escenarios geopolíticos han sido personajes sobresalientes. Donald Trump aparece como la punta del iceberg de un intento de reorganización de un nuevo ciclo de hegemonía estadounidense mundial que representaría una segunda fase del modelo imperial que hizo pasar el territorio estadounidense en el siglo XIX del 13% de las 13 colonias al 100% actual hasta la costa del Pacífico.
El modelo se conoció como Destino Manifiesto o mandato divino religioso para convertir a la naciente nación americana en el centro motor del planeta. Ese modelo conquistó el territorio que tenían Inglaterra, Francia, España, los indios y México y comenzó con 1.2 millones de kilómetros cuadrados de las 13 Colonias a lo que representa hoy con 9.1 millones de kilómetros cuadrados, apenas abajo de los 9.9 kilómetros cuadrados de Canadá.
El Destino Manifiesto de EU, de acuerdo con el estudio de Juan A. Ortega y Medina, fue el argumento del expansionismo imperial a sangre y fuego y “aprovechando la desorganizada situación política del pueblo mexicano”, según el historiador Edward Channing. La caracterización del Destino Manifiesto la impuso el periodista John L. O´Sullivan en 1845 y serviría para justificar el despojo a México de casi la mitad de su territorio en 1847.
La justificación histórica estuvo en la famosa doctrina Monroe (1923) del presidente estadounidense James Monroe (1817-1821) que se sintetiza en el uso de cualquier instrumento bélico para ahuyentar a los europeos de América y la apropiación del territorio del continente americano bajo el grito de batalla de “América, para los americanos”, asumiendo a los americanos como los estadounidenses.
El bloque conservador imperial del siglo XIX que expandió casi 10 veces el espacio territorial de las 13 colonias hoy lo encabeza la Fundación Heritage y su Proyecto 25 y allí se percibe el regreso del enfoque del Destino Manifiesto que ha encontrado en la personalidad y discurso de Trump el momento histórico. La grandeza de EU radicará en consolidar un expansionismo territorial en el continente hasta la entrada a Sudamérica.
En este contexto, las declaraciones atropelladas de Trump para asimilar a Groenlandia, Canadá y México no son una locura sino una oportunidad histórica para el siguiente paso territorial: engullirse a esos países para crear nuevo territorio americano del Polo Norte al Canal de Panamá para sumar poco más de 24 millones de kilómetros cuadrados, casi el 60% el continente americano, y dejar 40% a Sudamérica de Venezuela al Polo Sur, contra 30 millones de kilómetros cuadrados del bloque territorial Rusia-China-India.
Trump y su bloque conservador geopolítico y de seguridad nacional están siguiendo el modelo de vecindad que radicalizaron Ronald Reagan, el embajador John Gavin y la CIA en 1983-1985 para imponer el criterio de que México se estaba convirtiendo en un caos como Irán y que EU tenía la obligación de tomar el control de un país fragmentado, debilitado y –como en el siglo XIX– sin cohesión interna. Por cierto, la Fundación Heritage nació al debate político justamente con la candidatura radical conservadora de Reagan.
En este escenario también debe entenderse el pronunciamiento nada desquiciado del presidente electo Trump de buscar la recuperación del Canal de Panamá que el débil presidente Jimmy Carter regresó a los panameños en un acto de reconocimiento al nacionalismo centroamericano con el tratado Torrijos-Carter y que le dio un impulso a la revolución populista del general Omar Torrijos Herrera, quien falleció en un sospechoso accidente aéreo.
El concepto ideológico trumpista de la “grandeza de América (EU)” no es solo un discurso de campaña, sino que sienta las bases de una expansión territorial de su imperio económico en América en función del Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe y en la que están participando dos de las nuevas líneas de acción empresarial-política-
En este escenario, habría que ser más serios en el análisis de lo que representa Trump y el punto de inflexión para la continuidad o ruptura de ese proyecto neoconservador transexenal en las elecciones presidenciales de 2028.
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Política para dummies: la política tiene perfiles de ciencia ficción realista.
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