Línea Fifí
Martín Takagui
Concluyó la llamada cumbre de Norteamérica sin sorpresas y sin los grandes resultados que pudieran haberse esperado, posiciones de los tres países en torno a la migración, tráfico de drogas, de armas, temas ambientales y sobre la energía, sobre las inversiones en la materia, no hubo cambio alguno.
Era de esperarse, pues de haber existido la posibilidad de que existiera un desenlace diferente, se habría conocido con anticipación, pues cuando los líderes están juntos en las cumbres de este tipo, es porque lo que se pudo acordar ya está planchado y en lo que no hubo acuerdos sigue arrugado.
Temas del fentanilo que han matado a más de cien mil gringos que se atascan de drogas en las calles se debatieron, el tráfico de armas que vienen de Estados Unidos a caer en manos del crimen organizado, siguen en las mismas condiciones, sin compromisos ni acciones reales.
Los aspectos de la migración, tampoco encontraron soluciones, se dijo, simplemente que se habrán de atender y se buscarán las soluciones, pero lo único en lo que hubo acuerdo es en que México seguirá actuando como muro humano antimigratorio, pues Estados Unidos logró que nuestro gobierno aceptara fortalecer con soldados la vigilancia para evitar que los migrantes mexicanos y de todo el mundo crucen ilegalmente la frontera del Río Bravo.
El presidente López Obrador una vez más fue “bateado” en sus afanes protagonistas de mantener un liderazgo hacia centro y Sudamérica, mismo que se perdió desde la época de Vicente Fox, pues pidió que el gobierno de Joe Biden apoyara con mayores recursos para el desarrollo de los países del cono sur, pero el Tío Sam le dijo “nones”, una cosa es al apoyo solidario y otra cosa es “mantenerlos”.
Después de esta cumbre, México y nuestra economía siguen a merced de los caprichos o decisiones que puedan tomar, en su momento y cuando lo consideren necesario los gobiernos de Estados Unidos y Canadá, en torno a los paneles de controversia en el marco del T-MEC, con motivo de las políticas energéticas del gobierno de López Obrador.
No hay solución ni propuesta de negociación, las advertencias de los americanos y canadienses se lanzaron desde hace varios meses; la entonces secretaria de Economía, Tatiana Clouthier tiró la toalla y renunció ante el reto de defender al país, con su indefendible política energética, mientras que la nueva titular del ramo, Raquel Buenrostro viajó al norte, recién desempacada como secretaria, pero regresó sin mayor resultado que los diálogos de rigor.
Debido a ese incumplimiento, los mexicanos estamos ante la amenaza de tener que pagar a los productores estadounidenses y canadienses miles de millones de dólares, y digo que todos los mexicanos, pues de imponerse aranceles y multas, sanciones e indemnizaciones, con nuestros impuestos se tendrían que erogar montos por hasta 40 mil millones de dólares.
Aquí lo más tranquilizante para el presidente Andrés López Obrador es que de darse esa instalación de paneles de controversia, el asunto llevaría años, lustros o hasta más de una década para solucionarse, definitivamente, pero lo que sí es seguro es que México perdería en esa instancia, pues son flagrantes y evidentes las violaciones a las reglas del T-MEC, como lo han denunciado los vecinos norteños.
En fin, México, una vez más fue sometido, de nada sirvió el acuerdo de “La Bestia”, ese acuerdo que sostuvieron los presidentes Biden y AMLO a bordo del carro presidencial de Estados Unidos, conocido como “La Bestia”.
Esa plática de más de una hora que se hizo de trayecto la caravana de más de 50 vehículos en su recorrido del Aeropuerto Felipe Ángeles a Polanco, mientras platicaron de los temas que se consideraron pertinentes, pero que no cambiaron el resultado final de la cumbre.
Es evidente que a pesar de las buenas intenciones y la necesidad de dar los mejores resultados posibles, Marcelo Ebrard Casaubón, secretario de Relaciones Exteriores de México, las cosas no cambiaron, pues al canciller le interesaba que hubiera mejores frutos de esta reunión, ya que en cada meta que se ha impuesto al frente de la política exterior del país, busca acumular puntos en su carrera para lograr la candidatura de Morena a la Presidencia de la República en el 2024.
Para Joe Biden y para el Primer ministro canadiense Justin Trudeau sus posiciones frente a México no han variado, los resultados de este encuentro no fueron más allá de un diálogo sin acuerdos mayores y aún así, se anunció que antes de que López Obrador entregue el poder en 2024, podría haber un encuentro de este tipo en Canadá. La pregunta es ¿Para qué?