Bajo un cielo despejado y una atmósfera cargada de solemnidad, el mundo se congregó en la Plaza de San Pedro para despedir al Papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, en un funeral que marcó el fin de un pontificado histórico.
La ceremonia, celebrada a las 10:00 horas (hora local), fue presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, y atrajo a más de 250 mil fieles, además de decenas de jefes de Estado y dignatarios de todo el globo.
Tras la misa, el féretro del pontífice argentino fue trasladado a la Basílica de Santa María la Mayor, donde, según su testamento, fue inhumado en una tumba sencilla, cumpliendo su deseo de descansar junto al ícono de la Virgen Salus Populi Romani.
Ceremonia histórica
El funeral, regulado por el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis –modificado por el propio Francisco en 2024 para simplificar los ritos–, comenzó con el traslado del féretro desde el interior de la Basílica de San Pedro hacia el atrio de la plaza.
Los sediarios vaticanos portaron el ataúd de madera, que, siguiendo las instrucciones del Papa, era único, sin los tradicionales tres féretros de ciprés, plomo y roble.
Sobre el ataúd reposaba un ejemplar del Evangelio, un símbolo de la misión pastoral de Francisco.
La Plaza de San Pedro, abarrotada, acogió a líderes mundiales como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acompañado de su esposa Melania; el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski; el presidente argentino, Javier Milei; la primera ministra italiana, Giorgia Meloni; y los reyes de España, Felipe VI y Letizia.
También asistieron la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, António Costa. La delegación española incluyó a la vicepresidenta María Jesús Montero, la ministra Yolanda Díaz, el ministro Félix Bolaños y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo.
La ausencia del presidente español, Pedro Sánchez, generó críticas en algunos sectores.