Donald Trump va directo a la Casa Blanca después de las elecciones de
noviembre próximo y como se los adelanté en mi colaboración anterior,
viene con todo en contra de México, y los mexicanos que van a los
Estados Unidos en busca del sueño americano.
Este jueves en Milwaukee, al dar su discurso de aceptación de la
candidatura republicana a la presidencia del país más poderoso del
mundo, Trump dejó muy en claro cuál será su actitud frente a México, al
que odia con odio jarocho.
Trump volvió con la dureza del discurso que utilizó en 2016 para ganar
la elección a Hillary Clinton: “cerraré la frontera desde el primer día y
terminaré el muro”, prometió a los estadounidenses, muchos de los
cuales, presentes en la convención, están de acuerdo con esa medida.
Para el candidato oficial del Partido Republicano, no hay migración, se
trata de una “invasión”, están llegando de todas partes por la frontera
con México, no solo vienen de Sudamérica, ahora hasta de Asia y
África, “vienen de asilos, de hospitales mentales, de prisiones”.
Fue un discurso muy desalentador para la economía mexicana, cuando
dijo que “China y México se han llevado el 68% de nuestra industria
automotriz, pero la vamos a recuperar”, ¿se imaginan lo que eso
significa en materia de empleos para nuestro país?
Trump dio apenas una probadita de lo que nos tiene reservado a partir
del próximo 20 de enero de 2025 si es que el voto de los delegados le
favorezca, que lo más probable es que sea favor.
La pregunta es: ¿está preparada la próxima administración que
encabezará la científica Claudia Sheinbaum para contrarrestar a este
soberbio que en su anterior administración ya demostró que no nos
quiere ni tantito?
Ante las amenazas del iracundo de Trump, Claudia Seinbaum respondió
tímidamente que “la migración no es asunto de crimen” y en vez
construir muros “hay que apoyar a los países y a las personas” y así
como “la gran idea” de Andrés Manuel López Obrador de dar apoyo a su
programa “sembrando vida”, eso güerete le vale madre. Ya verán.
*****
La revista Etcétera que dirige Marco Levario Turcott publica un reportaje
bajo el título de “La 4 T rescató a la Jornada con Recursos Públicos”, lo
cual no tendría nada de extraño por tratarse de un negocio por la venta
de publicidad del medio al gobierno de la 4T. Sin embargo, resulta que
los montos autorizados por la dirección de comunicación social de la
Presidencia de la República son muy desproporcionados en relación
con otros diarios de circulación nacional y muy similares a los que se
otorgan a la televisión, ¿Por qué la observación? Porque La Jornada era
un periodico quebrado, pero gracias a la relación de compadrazgo entre
el inquilino de Palacio Nacional y la directora, tiene una atención
privilegiada en un gobierno que niega que haya privilegios. A cambio el
periodico que fue un ícono para la izquierda mexicana se ha dedicado a
lisonjear al actual gobierno, para el que no tiene la más mínima crítica y
lo peor es que pese a las millonarias aportaciones de la 4T, los
beneficios no permean a los trabajadores y socios, se quedan en las
arcas de quien se apoderó de la propiedad desde hace más de 30 años.
No somos iguales, dice el tabasqueño. ¿Usted le cree?