Carlos Monsiváis, Preparatoriano Solitario
Hizo Su Propio Mundo y Gozó la Felicidad
Hay Cátedra Con Su Nombre, en el INAH
Valiosa Herencia: El Museo del Estanquillo
Sin duda uno de los valores de la literatura mexicana, de la
Generación Siglo XX, lo es Carlos Monsiváis Aceves, cuya obra es
comentada elogiosamente y por su personalidad a él no dejan de
mencionarlo en el campo de los intelectuales.
Tuve oportunidad de conocerlo y tratarlo en los patios de la
recordada Escuela Nacional Preparatoria 1, la del Barrio de San
Ildefonso, a unos pasos del Templo Mayor. Fue en el año 1954.
Ambos estudiábamos el bachillerato. Carlos, Economía y yo,
Humanidades.
Siempre se veía taciturno. Caminaba lento. Llevaba un libro y se
detenía en el segundo patio, se recargaba en la fuente y leía,
mientras esperaba entrar a sus clases. Fue estudiante en las
facultades de Economía y en Filosofía y Letras.
Carlos, entonces de unos 17 años, se mantenía un tanto solitario.
Llegué a verlo admirando los murales de Diego Rivera, de Siqueiros
y de José Clemente Orozco, en las paredes del tercer patio. No
fuimos compañeros de clases ni amigos.
Recuerdo que una mañana Raúl M. Simancas (qepd), mi médico de
cabecera, me dijo: “Me enteré que a Monsiváis le gusta Eunice y
quiere hacerla su novia, pero ella no le hace caso”. La chica era
guapilla, sonriente y amiguera.
En fin, Monsiváis no hacia ronda con nadie. Si tuvo algunos amigos.
En la Revista Dinamismo, editada en 1954 por el Instituto Nacional
de la Juventud Mexicana, apareció un artículo con su firma. No
volvió a colaborar.
En esa misma época en la Prepa 1 eran alumnos Gustavo Sainz y
Luis Antonio Arteaga Arteaga, ambos escritores y aficionados al
periodismo estudiantil. Gustavo nos dejó su novela “La Princesa del
Palacio de Hierro” y Luis Antonio una colección de artículos
periodísticos culturales. El primero fue funcionario en el Instituto
Nacional de Bellas Artes y el segundo, en la UNAM.
Sainz y Arteaga llegaron a tener amistad con Monsiváis, por su
vocación literaria y periodística.
PREFIRIÓ APELLIDO MATERNO
Víctima de una insuficiencia respiratoria, Carlos dejó de existir. Era
atendido en el Hospital de Nutrición Dr. Salvador Zubirán. En el
Instituto Nacional de Bellas Artes le fue rendido un homenaje, de
cuerpo presente.
Dejó dicho que sobre su ataúd fuese colocada una bandera del
Orgullo Gay y que se escribiera que él era gay. Terminaba la vida de
un hombre que nació el 4 de marzo de 1938 y murió a los 72 años.
Originario del Distrito Federal.
Después sus restos fueron incinerados y la urna que guarda las
cenizas, se encuentran el Museo del Estanquillo, ubicado en el
edificio colonial de la esquina de Madero e Isabel la Católica, en
contraesquina de La Profesa, a corta distancia del Zócalo.
Hasta ahora me entero que Carlos prefirió usar como primer
apellido el de su mamá, Esther Monsiváis. Su padre fue Salvador
Aceves. Mis contactos no lograron saber por qué Carlos determinó
invertir los apellidos.
CRÍTICO, SATÍRICO Y MORDAZ
Monsiváis vivió los días en que la Zona Rosa, enclavada al Poniente
de la Ciudad de México, estaba en su esplendor en los años
sesenta. Era punto de reunión de diversos grupos de la sociedad.
Desde temprana hora, en los desayunos, se reunían políticos,
periodistas y empresarios. La gama de restaurantes era otro de los
atractivos para degustar los mejores platillos y vinos. Por la noche
los centros nocturnos pletóricos de matrimonios, amigos, amigas.
Nuestro recordado personaje fue un escritor, periodista y cronista,
además de ensayista, al que se clasificó como crítico ácido,
ponzoñoso en sus comentarios, duro con su estilo satírico y mordaz
consumado. Pronto alcanzó su madurez y destacó entre los
hombres de letras.
Sus obras atraían a los amantes de la lectura. Entre los primeros
libros editados recuerdo Los Rituales del Caos, Aires Familiares,
Cultura y Sociedad de América Latina, así como en 1966 circuló su
autobiografía.
Carlos vivía en una casa en la Colonia Portales. Era un apasionado
defensor de los derechos de los animales y por eso, creo, se hacía
acompañar de más de una docena de gatos y eso me trajo a la
mente que mi maestro de Literatura, don Erasmo Castellanos
Quinto, el Primer Cervantista de América, tenía un número infinito
de gatos en su vivienda.
Uno de los momentos chuscos que compartió con los cinéfilos, fue
su breve y hasta satírica actuación de Santa Claus, al que le queman
la peluca, en la película Los Caifanes.
El Azteca, El Mazacote y El Estilos se morían de risa, mientras que
Julissa y Enrique Álvarez Félix, actores principales, se mostraban
muy serios.
PROFESOR Y ACTIVISTA
Independientemente de la extraodinaria obra literaria de Monsiváis
Aceves, es de comentarse que llegó a ser invitado en diversas
universidades del extranjero para impartir cursos sobre literatura y
conferencias con la misma temática.
Invitado por la Universidad Essex, en Inglaterra, dio conferencias.
Lo escucharon en planteles universitarios de Europa, de Asia, de
Australia, en América Latina. Por supuesto que también en México.
Recibió varios títulos de Doctor Honoris Causa.
Sus ansias por tener más preparación, lo llevó a ser alumno del
Seminario Presbiteriano. Estudió Teología.
Fue un activista social que otorgó su apoyo a los homosexuales. Lo
brindó también a los movimientos sociales, estudiantiles y
feministas.
En 1968 no reparó en revelar su pensamiento, como intelectual,
frente a los hechos ocurridos en la Plaza de las Tres Culturas, en
Tlatelolco.
Pugnó para que el gobierno abriera cauces para la educación
pública de los mexicanos más pobres, a los que les es imposible
asistir a colegios y universidades particulares. Escribió “Del Rancho
al Internet”, tema muy alusivo a esa problemática.
CÁTEDRA CON SU NOMBRE
A instancias de la doctora María Eugenia Alejandra del Valle Prieto
Ortega, directora de Estudios Históricos, en el Instituto Nacional de
Antropología, en 2019 se implantó la Cátedra Carlos Monsiváis.
Entre los motivos que fundamentaron el proyecto, de la maestra
Maru del Valle Prieto, están los reconocimientos nacional e
internacional que conquistó Monsiváis en el campo intelectual.
La cátedra tiene, como objetivo, hacer un recuento cultural del
último tercio del Siglo XX, donde Carlos tiene intensa actividad e
inclusive fue un investigador muy destacado de Estudios Históricos
en el INAH, como quedó asentado en el proyecto de la doctora Del
Valle Prieto Ortega.
Monsiváis empezó esa cátedra, que lo enalteció más, con reuniones
académicas en las que participaron brillantes investigadores y
académicos conocedores de la materia. Así se logró promover el
estudio de la polifacética obra de “Monsi”.
EL MUSEO DEL ESTANQUILLO
Desde finales del 2006, el público visitó un museo muy singular y
con atractivos poco conocidos. Se inauguró, en noviembre de ese
año, el Museo del Estanquillo.
La idea de Monsiváis encontró apoyo en tres personajes: el
empresario Carlos Slim, el periodista Carlos Payán y el caricaturista
Rafael Barajas, “El Fisgón”.
Ya comenté la ubicación de esa valiosa herencia cultural. El museo
está en un edificio construido en 1890 para alojar una tienda que
vendía lujosa mercancía, La Esmeralda. Las puertas se abren a las
10:30 de la mañana y se cierran a las seis de la tarde. La entrada es
libre, de miércoles a lunes.
El propio escritor determinó que fuera El Estanquillo, considerando
que, en épocas pasadas, un estanquillo era un local comercial
donde podían adquirirse toda clase de productos.
En el Museo El Estanquillo podemos admirar parte de las 20,000
piezas que lo integran. Desde documentos históricos hasta
miniaturas y maquetas, después de ver pinturas, grabados,
fotografías, dibujos, partituras y caricaturas.
Bien. Mi comentario es tendiente a conocer, en forma sintetizada,
la vida de un hombre que desde su juventud fue enigmático,
introvertido en cierta forma, inconforme con diversos aspectos
sociales. Triunfador al final de su estancia terrenal.
Unas pocas palabras al platicar con mi admirada Maestra Del Valle
Prieto Ortega y oír su referencia a Carlos Monsiváis, dio margen
para entregarles el recuerdo de quien cumplirá en junio próximo,
diez años de haber partido de este País que atraviesa por
situaciones graves y de difícil solución.
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