María Izquierdo, Jalisciense, Pintora Internacional
Su Mural Quedó en Bocetos, “No Tenía Cualidades”
Inhumada en la Rotonda de las Personas Ilustres
Para Celebrar el Centenario del Nacimiento de nuestra poetisa,
escritora y diplomática Rosario Castellanos, está Organizándose
una Exposición de Documentos y Objetos de la Chiapaneca. La
muestra se montará, a partir del Próximo Día 23, en los Patios del
Colegio de San Ildefonso, en el antiguo Barrio Universitario.
Había logrado reconocimiento internacional, por ser la primera
mexicana que exponía su obra pictórica en una sala de Nueva York
y pionera como expositora en el Instituto Nacional de Bellas Artes,
pero no permitieron realizar un mural, para consagrarse en su País.
Es muy interesante la historia de la mujer, huérfana de padre a los
cinco años y cuidada por sus abuelos, que destacó no solo en el
arte sino como activista, defensora del trato injusto a la mujer.
María Izquierdo, nació, en San Juan de los Lagos, el 30 de octubre
de 1902, fue presionada, a sus 15 años, para casarse con el militar
Cándido Posadas, muchos años mayor. Tuvieron tres hijos.
Divorciada se trasladó con ellos a la Ciudad de México.
MÉXICO ESTÁ EN DEUDA
María Izquierdo (María Cenobia Izquierdo Gutiérrez) no reparó en
afirmar, con cierta rudeza y sinceridad a flor de labios, que en
México “ser mujer y tener talento, es un delito”, esto seguramente
lo manifestó después de impedírsele hacer un mural en el edificio
del Ayuntamiento de la Ciudad de México.
La historia es sencilla y queda rematada con el reconocimiento
oficial, sin atribuirlo a alguien en particular, que su País “no le ha
dado el lugar que le corresponde”, lo que no es barrera para que
su obra pictórica tenga reconocimientos nacional e
internacionalmente.
La ofensa fue reparada por el gobierno federal en octubre de 2012.
El presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa firmó el decreto
correspondiente, para reinhumar los restos de la laguense en la
Rotonda de las Personas Ilustres. El decreto incluyó en esos
honores al músico Pablo Moncayo, José Pablo Moncayo García.
Autor del internacional Huapango de Moncayo.
RIVERA Y SIQUIEROS SE OPUSIERON
En el año 1945 el jefe del Departamento del Distrito Federal,
ingeniero y político Javier Rojo Gómez, tras consultarlo con el
presidente Ávila Camacho, llamó a la pintora jalisciense a fin de
proponerle pintar un mural en el edificio gubernamental.
Hubo arreglo. Se firmó el contrato correspondiente. María
Izquierdo y su equipo proyectaron el mural titulado “El Progreso de
la Ciudad de México”, ocuparía un espacio de 150 metros
cuadrados y sería de temática histórica.
La artista presentó su plan de trabajo. El Regente Rojo Gómez dio el
visto bueno al proyecto. Aparentemente no surgía ningún
impedimento.
De pronto hicieron acto de presencia en el despacho de Rojo
Gómez los muralistas renombrados. Su visita no era de cortesía.
Llegaron para revelar su oposición a que María hiciera el mural.
Convencieron al funcionario y éste procedió a cancelar el contrato.
¿Qué argumentaron los ilustres pintores? Dijeron que “María no
tenía las cualidades para realizar un trabajo de ese carácter,
muralismo”.
Diego Rivera apoyó a María en los inicios de su carrera. Escribió el
prólogo del catálogo, en la presentación de la exposición de la
primera pintora que expuso en Bellas Artes.
El guanajuatense llevaba la voz cantante ante el político
hidalguense, no ocultó su disgusto de no ser el contratado. Nunca
más volvió a hablar de María Izquierdo.
Siqueiros no concretó su opinión. Solo trascendió que “tenía
opiniones de la obra proyectada”, sin agregar más.
José Clemente Orozco simplemente guardó silencio.
JAMÁS PINTÓ UN MURAL
La historia incluyó el doloroso final para María, al encontrarse con
Rojo Gómez, quien al rescindir lo firmado le ofreció que pintara en
escuelas o en mercados. La respuesta fue categórica: no aceptaba
esa propuesta “por defender su reputación y por dignidad
artística”.
María cumplió su palabra. No pintó murales. Dedicó su tiempo a la
realización de sus cuadros.
Están guardados los bocetos del mural. La pared del edificio oficial
sigue con el vacío.
Creo que es el mejor homenaje que se le hizo a la pintora
jalisciense que estuvo a punto de ser esposa del histórico
oaxaqueño Rufino Tamayo, quien por cierto se llamó Rufino del
Carmen Arellanes Tamayo y fue esposo de Taide Olga Flores Rivas.
El poeta francés Antonin Artaud dijo: “incuestionable María
Izquierdo está en comunicación con las verdaderas fuerzas del alma
india”. Poeta y dramaturgo Artaud visitó nuestra Capital Mexicana y
admiró la obra de María Izquierdo, por eso declaró su sentir.
PINTORA, ESCRITORA Y CONFERENCISTA
Nuestra olvidada artista de los pinceles, poco difundida su obra,
merece un reconocimiento por sus acciones dentro y fuera del
medio, donde fue víctima de injustos ataques y del machismo
imperante en su época, como lo denunció públicamente al ser
obstaculizada por Rivera, Siqueiros y Orozco.
Su inquietud la llevó a escribir en la Revista Hoy y a impartir
conferencias sobre la historia del arte. Era una mujer de ideas
antifascistas.
Su obra pictórica la formaliza a partir del año 1927, habrá sido
alumna en la Academia San Carlos, donde sus maestros Germán
Gedovius y Manuel Toussaint la encauzaron. En ese tiempo conoció
a Rufino Tamayo, de quien también recibió clases.
En 1928, sin dejar San Carlos, estudió en la Escuela Nacional de
Bellas Artes y fue alumna de Alfonso cuando éste impartía Historia
del Arte. Su vida la alternaba con atención a sus hijos. Conoció al
pintor sudamericano Raúl Uribe, se casaron y el matrimonio
terminó porque él fue infiel y alcohólico.
Empezaba la década de los años treinta, la de las transformaciones.
Comenzó el cine sonoro. Se abrieron los micrófonos de la XEW, La
Voz de América Latina desde México. Terminaba el movimiento
bélico revolucionario. El Partido Nacional Revolucionario
organizaba las primeras elecciones presidenciales.
Bueno, en ese tiempo, María Izquierdo es la Coordinadora de
Carteles Revolucionarios Femeninos y se abre una exposición de
pintores. María presenta su cuadro titulado “La Pulquería”.
En ese evento alterna y comparte con Lola Bravo, Regina Pardo,
Celia Arredonde. Ingresa a la Liga de Escritores y Artistas
Revolucionarios. Más adelante, organiza una subasta de obras
pictóricas, para recabar fondos y aportar al pago de la deuda
contraída por la expropiación petrolera.
A través de las ondas hertzianas, María Izquierdo, a invitación
expresa, da conferencias sobre el feminismo. Hace denuncias de la
opresión en que vivían las mujeres, sujetas a la esclavitud en sus
hogares y sin oportunidades para realizarse. Difiere de los pintores
que presentaban a la mujer posrevolucionaria sólo como madre de
familia, maestra de banquillo y hasta de símbolo patrio.
A LA ROTONDA EN 2012
María Izquierdo fue muy mal tratada después de que los genios
muralistas la vetaron.
Muchos de sus colegas, críticos de arte y los que nunca faltan para
agredir, como decían en mi pueblo (Santa Ursula Xitla, Tlalpan), de
la jalisciense hicieron “cera y pabilo”.
El machismo imperante, como todavía lo hay en muchos rincones,
por fortuna fue derrotado cuando María Izquierdo cumplió su
misión, logró entrar a la historia, por la puerta grande, como
pintora e incansable defensora de las mujeres.
Estaba por concluir el sexenio de Felipe Calderón. La justicia llegó
para dar reconocimiento a una gran mexicana, la que desde sus 25
hasta los 55 años de vida, exhibió su obra de cuadros de mujeres
desnudas, arrollidadas, atadas a columnas y vejadas.
El 22 de noviembre de 2012 los restos de la hija de San Juan de Los
Lagos, pionera en exposiciones de pintoras, galardonada en México
y en el extranjero, ocuparon una tumba en la Rotonda de Las
Personas Ilustres.
Nos dejaba una valiosa herencia, empezando por el retrato de
Belem y el cuadro de Las Niñas Durmientes, las insignes pinturas
realizadas cuando María llegaba a un cuarto de siglo en la Ciudad
de México.
Pintó naturaleza muerta, paisajes, la clasificaron como surrealista y
expresionista. Dos de sus obras que le dieron renombre artístico,
fueron las tituladas “Viernes de Dolores” y “María Asúnsolo”.
La infidelidad de su primer esposo, la decepción en el segundo, así
como el rompimiento del noviazgo con Rufino Tamayo, influyeron
en el ánimo de María y lo reflejó en su arte.
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