Por Ivette Estrada
En la era digital comienza a revalorarse la calidez, empatía o amabilidad en los entornos laborales al unísono con la importancia que se le da a las competencias “blandas”, durante mucho tiempo relegadas.
En “tipos exponenciales” como se le llaman ahora a nuestros días por la adopción sin precedentes de la Inteligencia Artificial Generativa, se catapultan acritudes y habilidades eminentemente humanas a la par de competencias convencionales de “saber hacer”.
En la reconfiguración de los liderazgos que datan al menos de una década, el sector empresarial comenzó a vislumbrar el potencial de cada colaborador bajo una óptica más holística y humana. No se trataba sólo de que supieran hacer, sino de quienes era,
Los valores intrínsecos de cada profesionista eran inherentes a todas sus responsabilidades, roles y facetas. Se comenzó a experimentar que una buena persona era crucial para ser un buen abogado, contador, periodista, maestro… era el punto de partida a la calidad y productividad.
Inicialmente, esta simbiosis de éxito ser y hacer, fue un tanto difusa. Estábamos acostumbrados a que éramos unos en el trabajo, otros en la vida personal. El teletrabajo impulsado a raíz de la pandemia mundial de Covid-19 difuminó esta convencional y anquilosada bifurcación con mascotas que se asomaban a las teleconferencias, niños que irrumpían en medio de acuerdos por zoom, sonidos domésticos que se colaban en las llamadas…
Por extraño que parezca, esto nos permitió ver a los otros con mayor empatía. Se impulsó entonces, en medio de la zozobra y el miedo, el liderazgo compasivo. Era esencial para conformar la resiliencia.
Hoy, una fuerte presencia de liderazgo es aquella que transmite calidez y competencia. Incluso, aquellos que muestran altos niveles de «calidez interpersonal» tienen más posibilidades de éxito a largo plazo.
Pero, ¿qué es calidez?
El factor diferenciador. Un estudio de Zenger Folkman que analizó a 50,000 gerentes encontró que la efectividad general de un líder se predice más por la calidez que por la competencia.
Nuestras impresiones de los demás dependen esencialmente de dos características: La primera es la competencia vinculada a la capacidad, éxito, inteligencia. El segundo factor es la calidez. Esto es: ¿Qué tan simpática o confiable parece una persona?
La calidez es una cuestión de percepción, y tiene que estar aparejada de autenticidad para que los demás lo catalogen como real. Ahora, es muy importante que esté aparejada a la competencia. Nadie quiere ser el “tonto simpático” del grupo. Es un papel humillante que todos rehusamos.
Elegir liderar en un momento difícil p tomar riesgos para ayudar a las personas cuando están en problemas construyen reciprocidad y ayudan a transmitir calidez que es diferente según diferentes organizaciones y culturas. El conocimiento de cada grupo es esencial para comenzar a colaborar en él. De lo contrario pueden generarse acciones intrusivas, irrelevantes o rechazadas.