Noemí Atamoros Zeller y su Ingreso a Excélsior
Magdalena, Elvira, Adelina, Sara, Sus Amigas
A las y a los Caricaturistas, máximos editorialistas, un abrazo y una felicitación con motivo del Día del Caricaturista.
En este 7 de Octubre recordamos el incruento asesinato, en 1913,
del chiapaneco Belisario Domínguez, ordenado por el usurpador
victoriano huerta.
Entre quienes formamos la Vieja Guardia del Periodismo Mexicano,
los recuerdos están a flor de piel y sobre todo cuando una o uno se
nos adelanta en el viaje sin regreso. Hoy escribo de una de las
destacadas reporteras redactoras del diarismo nacional.
Una joven alumna de la Universidad Femenina de México, que al
terminar sus estudios recibió la invitación para formar parte de la
Redacción de Excélsior, El Periódico de la Vida Nacional.
Mi comentario es para rendirle un cariñoso homenaje, a quien deja
un legado valioso en las páginas del diarismo mexicano y de su
apasionada dedicación para escribir cuentos cortos, novelas y
dejarnos una excelente obra referente a Sor Juana Inés de la Cruz.
Noemí Atamoros Zeller comenzó su carrera periodística en 1952, al
ser convocada por su maestro, don Manuel Becerra Acosta, en ese
entonces subdirector del diario y que encabezó a una dinastía
familiar de periodistas. Rodrigo de Llano, “El Clipper”, era el
director general.
RECIBIÓ “BAUTIZO” RUIDOSO
Blanca Martínez Fernández, escritora española que llegó a México
en la década de los años ochenta y trabajó para el Orfeo Catalá
México. La autora de novelas y cuentos de ficción es un puente
cultural entre México y España. En unas líneas que escribió sobre el
arribo a Excélsior de una joven guapa, espigada, que taconeando
.sorprendió al cruzar en la especiosa sala para llegar al escritorio
que le asignaron. ¡Una mujer en la Redacción!
Los nada caballerosos reporteros “la recibieron, volteando sus
máquinas mecánicas sobre el escritorio y haciendo ruido en el
metal de las mismas”. ¡Vaya que buena bienvenida!
Sin embargo, a la joven eso no causó decepción ni problema.
Noemí no se inmutó. Aceptó la reacción de quienes serían sus
compañeros. La acción, un tanto machista, se repitió tres o cuatro
ocasiones.
Don Manuel llamó a su joven exalumna y le preguntó, “¿cómo te
sientes?”. La respuesta en dos palabras, “muy bien”. Acotó lo del
recibimiento. Le indicó que la mañana siguiente entraría con ella,
del brazo, hasta su escritorio. Regresó a su oficina y dirigiéndose a
los reporteros les dijo: ¡Cuidado cabrones!
Me imagino que en esa Redacción, de reporteros estrellas, estaban
Luis de Cervantes, Carlos Ravelo, Manuel Becerra Acosta hijo, mis
compadritos Jaime Reyes Estrada, Aurelio Silva Laurencio (el del
clavel en la solapa de su saco) y Fernando Aranzábal, el
circunspecto Enrique Loubet Jr., Eduardo Dechamps, Agustín
Salomón, Ramón Morones y Federico Ortiz.
A esos nombres agrego los de Julio Scherer García (mi primer
contacto como reportero en la Cámara de Diputados, en 1956),
Gustavo Durán de Huerta (cubríamos la fuente universitaria). Raúl
Vieyra que fue esposo de “La Prieta Linda”, Queta Jiménez. Manuel
Camín, sagaz reportero policíaco con quien conocí “secretos” para
hacer investigaciones policíacas, la verdadera escuela para ser un
buen reportero, como lo fueron Ángel T. Ferreira y Víctor Payán.
Hice mención de esos compañeros, tal vez omití a algunos. ¿Por
qué? Porque aquellos que le dieron ruidoso recibimiento a Noemí,
se convirtieron en sus grandes amigos. Un buen número de ellos
también ya fallecieron.
Termino comentando que Noemí soportó que los trabajadores de
la Sala de Tipografía, le impidieran el paso “porque si entraba una
mujer, era de mala suerte”. Por aquellos días los reporteros
también intervenían en aspectos técnicos. Nuestra joven pronto se
ganó el cariño en ese departamento.
A “CUBRIR” BODAS Y ESAS COSAS
Ese fue el inicio de la reportera redactora Noemí Atamoros, a sus
21 años de edad.
Don Manuel estaba seguro de que su exalumna iba a responder con
creces. No se equivocó. La envío a la Sección de Sociales. Ahí se
encontró con otra exalumna de la Femenina, Ana Cecilia Treviño. A
ella la conocimos con el cariñoso sobrenombre Bambi. El jefe de
ambas, Manuel Correa.
Si mal no recuerdo, Noemí y Bambi, una superpareja en el
periodismo nacional, con el curso del tiempo no se aburrieron ni se
cansaron de redactar notas de sociales. Consideraron que tenía la
suficiente experiencia y capacidad para realizar una tarea diferente,
principalmente en el campo cultural y luego de hacer propuesta,
consiguieron que se abriera una histórica Sección B.
Me contaron que se llamó así la Sección. El director al autorizarla,
dijo: “Ah, pues la Sección se llamará B, por la B de Bambi”. La
michoacana Ana Cecilia debió sentirse orgullosa y quedó como
primera directora hasta el 2002 cuando abandonó este mundo.
Lógico, con méritos más que suficientes, la jefatura pasó a
responsabilidad de Noemí Atamoros.
La idea original de Bambi y de Noemí de crear la Sección B abrió las
puertas a una serie de entrevistas muy interesantes sobre temas
culturales y dio pauta para que más adelante surgiera una sección
especializada en temas de ese rango. Políticos, artistas, deportistas,
pintores y reporteros, abordaron temas de interés para los lectores.
Habían pasado los días, los meses y los años, en que Noemí tenía
que ir a cubrir las bodas y, por cierto, en no pocas ocasiones le tocó
reportear “la fuente policíaca”, fue una de las pioneras en ese
sector junto con Magdalena Mondragón y Concha de Villarreal.
Dirigió Rotocolor y Magazine Dominical de Excélsior.
SORJUANISTA RECONOCIDA
Siempre afirmo que las y los reporteros redactores escribimos la
Historia de México, sin ser historiadores. Queda en las páginas de
los diarios y de las revistas, las noticias de los sucesos trascedentes,
las declaraciones de personajes y los reportajes resultado de
investigaciones periodísticas.
Noemí Atamoros Zeller no fue la excepción. Mujer con amplia
cultura. Estudio inglés, francés y alemán. Recorrió muchos países
de los continentes europeo, asiático y americano. Dedicó mucho
tiempo para redactar su libro sobre Sor Juana Inés de la Cruz y fue
presidenta de la Sociedad Cultural con el nombre de la monja
jerónima de 1976 a 1978.
El viernes 19 de noviembre de 1999, en el salón del Instituto
Cultural México Israel, fue presentado el libro por tres destacados
escritores, Carlos Elizondo, Víctor Hugo Rascón Banda y mi
compañero preparatoriano Eduardo Luis Feher.
En la crónica de El Universal, leí que Noemí estaba muy contenta y
al intervenir en la presentación del libro “”Nueva Iconografía de Sor
Juana Inés de la Cruz”, expresó: “Recuerdo que el certamen fue un
éxito, y ahora, en este libro reúno toda una serie de imágenes de
tan admirada mujer, siempre vigente en nuestra cultura”.
En efecto, a finales de la década de los años 70, nuestra querida
sorjuanista invitó a los pintores para plasmar su visión en torno a la
figura y obra de la poetisa nacida en San Miguel Nepantla,
municipio de Tepetlixpa, Estado de México.
PROMOTORA CULTURAL
Incansable e interesada en todo lo que olía a cultura, Noemí
Atamoros no se detenía y acrecentaba su cultura. En cierta
ocasionó platicamos sobre n trabajo periodístico que realizaba en
torno a la historia de las Leyes de Imprenta en México. Presumí
saber mucho y empecé hablando de la primera legislación sobre la
materia, en 1828 y el firmante del decreto, Guadalupe Victoria.
En unos minutos habló de la Ley Fragua, emitida en los primeros
días del gobierno de Benito Juárez, en 1858. Esa ley puso final a la
más dictatorial de las Leyes de Imprenta, la redactada por el
potosino Teodosio Lares por órdenes de López de Santa Anna.
Hasta el 1917, fueron 14 textos que legislaron sobre la impresión
de escritos.
No me sorprendí de que haya publicado en la Sección B nuestra
plática, pero si verla en la primera plana y a ocho columnas. Hasta
ahora, bribón, le doy las gracias por publicitarme.
En el año 1950 Noemí inició la actividad periodística exclusiva para
mujeres. Pegaba fuerte el feminismo. Eran días en que ya había
reporteras, pero no muy aceptadas por lo “santos varones”. Tal vez
eso motivó el nacimiento de la Revista Renovación. Contenido
variado. Presentación, desde la portada, magnífica.
La periodista egresada del plantel que fundó y dirigió doña Adela
Formoso de Obregón Santacilia, con su publicación marcó una
pauta y sentó un precedente.
En la Revista solo intervinieron mujeres, incluyendo toda la parte
técnica, la compaginación y la entrega a los voceadores.
Una vez cumplida su misión de ¡solo 55 años en Excélsior”,
imposible que la mujer se quedara sentadita y a descansar. Por
azares del destino llegó a entablar amistad con la escritora
española Blanca Martínez Fernández, quien llegó de España para
colaborar el Orfeo Catalá México.
Ambas muy entusiasmadas fundaron la Asociación de Escritores
Tiran lo Blanc México, de donde surge el Taller de escritura. Noemí
encabezó a ese grupo y coordino las actividades por más de dos
décadas. Contando con la colaboración de otra escritora de cuentos
cortos, Esther Vázquez Ramos.
Posteriormente Blanca regresó a su país y fundó una Asociación
similar, en Barcelona. Esto permite que haya u prtmanenten
intercambio cultural.
En julio de 2003 apareció el primer libro con los trabajos literarios
de las dos antes mencionadas, así como de Emma Rueda, Alicia
Moneni, Xóchitl Moncada, entre otras. A la fecha han publicado
más de treinta diferentes títulos..
CUATRO DE SUS ÍNTIMAS AMIGAS
Tuve la fortuna de conocer a muchas compañeras, de las que
aprendí a prepararme para mejorar cada día en el ejercicio de la
más noble profesión u oficio, la de reportero redactor,
entrevistador, comentarista periodístico, columnista y articulista.
Cuatro de ellas mantuvieron una relación amistosa muy cercana
con Noemí. No fueron las únicas, pues gozó del aprecio y cariño de
infinidad de personajes del medio.
Por ejemplo con la coahuilense Magdalena Mondragón, primera
directora de un diario vespertino en México, hubo mucha
comunicación. Magda escribió varios libros, uno de ellos confiscado
por el gobierno federal, titulado “Los Presidentes Me Dan Risa”, en
el régimen de Miguel Alemán; otro que causó revuelo fue “Cuando
a la Revolución Le Cortaron Las Alas”.
En frecuentes brindis mezcaleros con la primera reportera que
entró a una cantina, cuando estaba prohibido, alguna vez salió a la
plática el trabajo de Noemí.
La Tlalpujahuense Elvira Vargas Rivera, estrella en el hoy
desaparecido Novedades, fue mi jefa al fundarse en 1957 el Diario
de la Tarde, vespertino de esa misma casa.
En el año 1930, Elvira tenía 24 años de edad, fue la primera
reportera que cubrió la información presidencial. Le tocó el
gobierno de dos años de general Pascual Ortiz Rubio.
El 12 de febrero de 1939 publicó un interesantísimo y
documentado reportaje, “Lo que vi en la tierra del petróleo”.
Describía la desigualdad en que eran tratados los trabajadores
mexicanos y los norteamericanos. Una desigualdad en todo.
Doña Adelina Zendejas Gómez, una maestra toluqueña y
extremadamente liberal, fue mi compañera en los Noticieros de
Canal 11 del IPN. Era una comentarista política de mucha garra.
Luchadora social desde su juventud. Reportera y escritora muy
galardonada.
La maestra comenzó a los 19 años de edad en el diario El Universal;
nació en 1909. Columnista en el diario “El Día” de don Enrique
Ramírez y Ramírez En Excélsior colaboró también con comentarios
y en 1987 participó en la edición de “La Triple Jornada” y “La Dobles
Jornada”, el primer suplemento feminista editada por La Jornada.
Sara Moirón Ayala, michoacana de Maravatío, se significó en el
diarismo por su energía y su carácter profesional. Sarita, como la
llamábamos, brilló en el diario ABC que dirigía otro grande del
periodismo, don Federico Barrera Fuentes.
En sus tiempos libres, Sarita, dio comienzo a la redacción de un
libro que daba una orientación práctica, no teórica, para quienes
deseaban ingresar al oficio. “Como Acercarse Al Periodismo”, en
1994. Fue una de las pioneras, cuando parecía que el reporteo
periodístico solo podían hacerlo los hombres.
Fue titular de varias oficinas de prensa, principalmente en el sector
de Comunicaciones y Transportes. Trabajó con el maestro Alfonso
Caso, descubridor de la Tumba 7 en Oaxaca, y con Andrés Caso
Lombardo en la SCyT
Cuatro estrellas que recibieron a una quinta, a su amiga en vida, a
doña Noemí Atamoros Zeller, a la madre de Francisco, Lorena y
Claudia. Su esposo fue el médico dermatólogo Santiago Pérez
Martínez. La descendencia la forman, por ahora, tres nietas y tres
nietos.
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