Sus misiles retóricos no son poca cosa. Sus gestiones ante el Congreso y las agencias norteamericanas y europeas -CIA, DEA, FBI, Fiscalía, el Tesoro y el Departamento de Estado de EU- tampoco.
A todos ellos el dirigente del PRI les ha entregado en semanas anteriores expedientes que exfuncionarios priístas, con gran experiencia y trayectoria en las áreas de seguridad e inteligencia, han recabado para vincular desde al expresidente Andrés Manuel López Obrador, hasta decenas de altos cargos de morena con el narco y el crimen organizado, y la corrupción y el saqueo impune de niveles nunca antes vistos en el país.
En esta estrategia, un objetivo central de esas denuncias, es Adán Augusto López, líder de la mayoría de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado. La opción B de AMLO si es necesario remover a Claudia Sheinbaum.
Quienes consideran esa campaña del dirigente del PRI contra la 4T como irrelevante e inviable, están muy equivocados. Alito Moreno no tiene un pelo de ingenuo. Nadie puede negarle su estructura política. Y de que, a pesar de la guerra interna de personajes del tricolor en su contra, y de la disminución electoral que ha sufrido el PRI bajo su conducción, cuenta todavía con una base operativa que lo coloca entre el tercer y cuarto lugar electoral.
Un elemento central en todo esto, es que, pese a la dura y persistente campaña política, judicial y mediática que desplegó Andrés Manuel López Obrador contra él y su partido en los seis años anteriores, con toda la sucia sevicia y la fuerza del Estado, no los pudo desaparecer, como sí lo logro con el PRD.
Disminuido, el PRI de Alito sigue con registro vigente como partido -oficialmente como la tercera fuerza política nacional- y con importantes prerrogativas desde el INE.
En su estrategia el dirigente priísta ha aprovechado y mantenido las relaciones internacionales tejidas por otros lideres con la Internacional Socialista, la Socialdemocracia Europea, y se ha colocado como presidente de la COPPPAL que suma a 72 partidos latinoamericanos, de unas 30 naciones del Continente y el Caribe.
Espacios que fueron repelidos por AMLO y consecuentemente por Morena y la 4T, pero que representan una gran influencia regional e internacional.
Hoy desde ese entramado Alito se para en las tribunas del Senado y la Cámara de Diputados de México, y va a los centros del Poder en Washington para lanzarles a los morenos acusaciones como la siguiente:
“… Morena no es un partido, ustedes -les apunta con su índice de la mano derecha extendida hacia las bancadas de Morena- no son un movimiento, ustedes son un cartel que pactó con los criminales, son el terrorismo de Estado que encabeza el Gobierno de Morena. Constituyen la más grave amenaza para La Paz, la seguridad y la integridad territorial…”
Mantenido a distancia por los medios informativos nacionales (diarios, TV y radio) que ejercen un rechazo inducido hacia él desde la cúpula del Poder de la 4T, le dejan sin embargo con el espacio abierto en redes sociales y en medios internacionales.
A esa estrategia de alzar la voz y elevar sus acusaciones en las tribunas legislativas, Alito Moreno ganó quizá millones de simpatías y adeptos con su encontronazo a cachetadas y empujones contra Gerardo Fernández Noroña quien, con su arrogancia y manejo estúpido y abusivo de su actividad desde Morena, ha ganado la animadversión de grandes sectores sociales.
EN BUSCA DEL FRENTE OPOSITOR PERDIDO
En este contexto y circunstancia, Alito ha olido las gravísimas fracturas que se han comenzado a dar en el primer círculo del Poder de la 4T -con el inicio del rompimiento de Claudia Sheinbaum con AMLO vía la apertura desde la secretaría de Seguridad encabezada por Omar García Harfuch de carpetas judiciales contra la red del huachicol que ya arrastró a la cúpula de la secretaría de Marina, y de la Dirección de Aduanas, a gobernadores, alcaldes, y legisladores de Morena hasta llegar ya a los hijos del expresidente, y por el caso de La Barredora que va directo contra Adán Augusto López y contra el llamado Grupo Tabasco encabezado por López Obrador mismo- y se ha colocado como un ariete mediático y político, y para informar de todo esto a los centros del poder en Washington, esos que pueden acelerar con sus decisiones y presiones la ruptura AMLO-Sheinbaum.
Desde esta perspectiva el dirigente del PRI no se cansa de convocar sobre todo al PAN, y lo que queda del disperso PRD, y a los nuevos brotes de oposición, a sumarse en un Frente Opositor para ir juntos en las intermedias del 2027.
Sus argumentos son los mismos: si en las elecciones del 2021 y las del 2024 se obtuvieron porcentajes electorales importantes de todos ellos, hay que volver a intentar una alianza electoral opositora. Los procesos recientes de Durango y Veracruz confirman que Morena y aliados no son invencibles.
Los porcentajes electorales recientes son: Morena, PT y Verde con 56% y PAN, PRI y MC con 46%.
El oficialismo gobierna con una mayoría legislativa ficticia obtenida con una sobrerrepresentación absolutamente inconstitucional, otorgada con arreglos sucios desde el INE y el Tribunal Electoral, y no por los votos ciudadanos.
¿Hay probabilidades de sacar a morena del Gobierno?, se pregunta Alito.
“¡Claro, que sí!… ahí están los números”, se responde.
Y remite a sus interlocutores a los datos de la página del INE donde se encuentran los resultados que él presenta de las elecciones del 2021 y 2024.
Y agrega:
“… sí la gente participa, si hay una gran participación en el 2027, le quitamos la mayoría en la Cámara en 2027 a Morena…”
Y ahí la lleva…
¿Le ganará a AMLO, Morena y 4T? La historia está llena de esos casos considerados imposibles.
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