IAunque abandonó el PAN en 2018 para seguir al presidente López Obrador como flautista de Hamelín, el expresidente panista y hoy morenista apartidista-neopanista Germán Martínez Cázares anunció de manera formal y con un acto público la creación en los hechos del grupo político los Miramares 2.0.
En un mensaje en las redes sociales, Martínez Cáceres fijó el fin de semana una posición directa muy antimexicana:
“Les damos todo el permiso señor @realDonaldTrump para que ataque a los narcotraficantes y también investigue a la presidenta @Claudiashein (sic) estamos en peligro, hay muchas muertes y nuestros gobernantes no están haciendo nada”.
Miembro del grupo de senadores sin partido –aunque todos provenientes de militancia y simpatías partidistas–, el expresidente panista y funcionario morenista-lopezobradorista se erigió en figura política dominante y le otorgó permiso al presidente Donald Trump para –en términos estrictos– invadir México con fuerzas militares de Estados Unidos para destruir a los cárteles del narcotráfico que siguen operando en México.
Y sería la primera vez que un político de militancia reconocida también le otorga el permiso a Estados Unidos para el ejercicio de poderes extraterritoriales en jurisdicciones más allá del territorio estadounidense e investigar a la presidenta de México porque “nuestros gobernantes no están haciendo nada” en la lucha contra el narcotráfico.
Una cosa es que se tengan argumentos sólidos para criticar autoridades mexicanas en función de criterios unidireccionales que califican acciones o inacciones en contra de cárteles del crimen organizado y otra cosa que se le otorgue permiso nacional desde una curul de la Cámara de Diputados para que Estados Unidos investigue autoridades mexicanas.
Martínez Cázares está reproduciendo el modelo 1984-1985, cuando el PAN se convirtió en un instrumento político del embajador estadounidense en México, John Gavin, y aceptó participar en una Santa Alianza político-electoral del PAN-jerarquía católica conservadora-líderes empresariales-embajada de EU para buscar la alternancia electoral del PRI al PAN en las elecciones federales de medio sexenio durante la administración del presidente Miguel de la Madrid Hurtado.
El movimiento político en ese entonces estuvo enmarcado por una enorme presión estadounidense sobre México por el papel pe la presidencia mexicana a favor de la democracia en Centroamérica dentro del Grupo Contadora y en contra del intervencionismo estadounidense. A finales de 1984, Reagan había arrasado en la reelección presidencial y había logrado un bono político sustancial que le permitió presionar a México en política exterior y en política antinarcóticos, lo que condujo a una crisis en el Cartel de Guadalajara por el secuestro de la agente de la DEA Enrique Camarena Salazar y su posterior asesinato.
En 1985, con el apoyo político del PAN, Reagan y Gavin desarrollaron una de las más impresionantes campañas políticas de intervencionismo político y diplomático contra México, pero la respuesta de la casa presidencial de Los Pinos fue construir un acuerdo político plural entre todas las fuerzas nacionales –sin el PAN, evidentemente– para denunciar las presiones de la Casa Blanca.
El resultado electoral de julio de 1985 representó el fracaso de la Santa Alianza: 70% de votos al PRI y solo 10% al PAN, y la estrategia de Gavin-Reagan-PAN se desinfló, aunque dejó pistas vigentes en la alianza estratégica antinacional de EU-PAN en la lucha por el poder en México.
De formación ideológica panista, convencido por López Obrador de salirse del PAN y seguir el ritmo de Hamelín y su discurso anticorrupción, Martínez Cázares aceptó la dirección del Seguro Social pero no pudo con la corrupción latente y renunció –muy a su estilo– de manera estridente. Eso sí, mantuvo la curul senatorial que le dio López Obrador en las elecciones de 2024 y luego regresó al PAN para lograr su actual curul plurinominal en la Cámara de Diputados.
Aunque no es dirigente ni vocero del PAN, la condición de Martínez Cázares como legislador exmorenista-pospanista le confiere un valor estratégico a su posicionamiento, De ahí que su “permiso” al presidente Donald Trump para intervenir militarmente en México revive a la Comisión de Miramares que fueron al Castillo de Miramar, en Trieste Italia, en 1863 a suplicarle al Príncipe Maximiliano de Habsburgo que aceptara ser emperador en México porque los mexicanos no se podían gobernar por sí mismos.
Maximiliano llegó a México en 1864, vino con la invasión francesa, gobernó a tropiezos tres años y fue derrotado por Juárez en 1867 y fusilado en el Cerro de las Campanas.
Hoy el PAN de Martínez Cáceres y otros aliados políticos constituyen la nueva Comisión de Miramares 2.0 que quiere convertir a Trump en el Maximiliano del siglo XXI.
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