De la nada de la historia salió de iniciativa para colocar estatuas de Fidel Castro y Ernesto Che Guevara en la banca de un jardín de la Ciudad de México y de la nada salió la instrucción de quitarlas y arrumbarlas en una bodega desconocida.
Fidel Castro pasó a la historia en México como el gran traidor político: avaló en silencio la represión del Gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz contra las izquierdas socialistas y comunistas, apoyó la decisión de Moscú de enviar tanques soviéticos a Praga para aplastar el movimiento de comunismo democrático encabezaba Dubcek, nunca dijo palabra para condenar al Gobierno de Díaz Ordaz por la represión en Tlatelolco, traicionó la memoria del general Cárdenas que lo apoyó cuando el comandante cubano llegó a México a legitimar la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari por encima del fraude electoral contra Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, hijo del ex presidente, y legitimó al Gobierno de Fox en diciembre del 2000 a cambio de una medalla en modo de corcholata que le entrego la jefa de gobierno Rosario Robles Berlanga, antes de pasarse al PRI de Peña Nieto de comprometerse con todo el neoliberalismo salinista.
Así que las izquierdas mexicanas nada le deben al comandante Fidel Castro, sobre todo porque el líder cubano apoyó el fraude electoral de Salinas de Gortari en julio de 1988, a pesar de que el expresidente Cárdenas defendió a la revolución cubana al grado de que en 1961 se apuntó a viajar como combatiente a La Habana para luchar en playa Girón contra las fuerzas contrarrevolucionarias armadas por la CIA. Al ratificar con su presencia el fraude de Salinas contra Cárdenas, el comandante cubano traicionó la memoria el general Cárdenas.
Y más aún, Fidel Castro traicionó a Andrés Manuel López Obrador, gobernante capitalino por entonces el PRD cardenista cuando protegió a Salinas en el caso de los videos de corrupción de funcionarios lopezobradoristas revelados por Carlos Ahumada.
Pero mal le han pagado las traiciones a Fidel y su memoria cada vez más desguanzada. En 2000, Castro recibió las llaves de la ciudad de manos de la jefa de gobierno perredista-cardenista, pero en esas vueltas de la historia también atropelló a Robles Berlanga por el caso de los videos de ahumada. Y a pesar de haber avalado con el peso de su historia la toma de posesión en el 2000, poco tardó el presidente Fox en traicionar al traidor: en 2002, Fox humilló como nadie lo había hecho la figura histórica del histórico comandante que enfrentó al imperio americano, lo invitó a una Cumbre Iberoamericana y le puso una condición que nadie se había atrevido a imponerle: “comes y te vas”, porque a Fox le importaba más evitar que se cruzara con el presidente George Bush Jr.
La izquierda mexicana en los años sesenta se definió, como lo narra con precisión académica la investigadora Olga Pellicer, con Cuba y ese apoyo llegó a provocar confrontaciones sociales y callejeras con la iglesia católica que se oponía a la Cuba revolucionaria. México se confrontó en 1962 con Estados Unidos cuando se negó a cumplir con la orden de la Casa Blanca a todos los países de la OEA de romper relaciones diplomáticas con La Habana, pero a cambio Fidel Castro estimuló clandestinamente el crecimiento de la guerrilla urbana en México.
Fidel comenzó su lucha en 1953 con el asalto al cuartel Moncada, luego fue liberado y exiliado a México donde fue detenido junto con el Che en 1956, pero entonces el jefe de la policía política de la Federal de Seguridad, Fernando Gutiérrez barrios, lo protegió para que pudiera llegar a Veracruz a abordar el barco Granma e iniciar su revolución armada en la Sierra Maestra. El 1 de enero de 1959 Fidel logró que el presidente Batista huyera del país.
La figura de Fidel y la revolución cubana –con todas sus contradicciones históricas–se posicionó del espacio del debate político e ideológico mexicano: en diciembre de 1977, el poeta y ensayista Octavio Paz declaró en una entrevista con Julio Scherer García como director de Proceso que la revolución cubana era una dictadura, y todo el sector progresista intelectual mexicano linchó a Paz por atreverse a denunciar lo que en ese año ya era inocultable: Fidel Castro era un dictador de tiempo completo. El cronista Carlos Monsiváis entabló una polémica con Paz y defendió a Fidel y a la revolución cubana, pero en medio de evidencias de la represión brutal en La Habana. En 1998 Monsiváis resumió todo el conflicto intelectual con una frase: “la caída del muro de Berlín le da la razón la Paz”. Es decir, que Paz también tuvo razón en sus críticas a la dictadura cubana.
La presencia de Fidel Castro en México fue simbólica por su revolución, pero se han omitido los arreglos oscuros con el gobierno represivo de Díaz Ordaz, avaló el fraude electoral de Carlos Salinas y le vino a poner una estrellita revolucionaria a Vicente Fox.
Y en las vueltas que da la historia, la estatua de Fidel que había en México fue arrumbada en una bodega polvosa.
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Política para dummies: la política, maestra de la vida, no absolvió a Fidel Castro.
NOTA: POR VIAJE A ZONA CON MALA COMUNICACIÓN NO HABRñA INDICADOR POLITICO JUEVES NI VIERNES Y REANUDA LUNES.
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