En el corazón de Atlanta, a la orilla del río Chattahoochee, la naturaleza y el arte se entrelazaron recientemente en una experiencia inmersiva sin precedentes: Braiding Time, Memory and Water, una obra creada por la coreógrafa estadounidense Sue Schroeder, el artista conceptual Jonathon Keats y el compositor mexicano Felipe Pérez Santiago. Esta creación interdisciplinaria, desarrollada en Powers Island y en Tanyard Creek Park, se presentó como un gesto de comunión entre la danza, la música en vivo y el entorno natural, con el propósito de activar una conciencia más profunda sobre los ciclos del agua, la memoria histórica y el flujo del tiempo. En un mundo cada vez más desconectado de lo natural, la propuesta apostó por devolver al cuerpo y a la comunidad la capacidad de escuchar, percibir y pertenecer.
A través de un conjunto de tres movimientos escénicos ejecutados por un ensamble de ocho percusionistas y tres bailarines, Braiding Time, Memory and Water se articuló como un viaje sensorial donde el río mismo —medido en tiempo real a través de la velocidad de su corriente— dictó la duración de cada parte de la obra. Este gesto, aparentemente simple, transformó al río en un integrante más del elenco, un “colaborador activo”, como lo describen sus autores, capaz de inscribir su propia temporalidad en el cuerpo de los intérpretes y del público. Más que un espectáculo tradicional, la pieza ofreció una ceremonia de escucha expandida, en la que los asistentes fueron invitados no solo a observar, sino a habitar el tiempo con una conciencia renovada sobre el valor del agua como eje vital, cultural y simbólico.
Sue Schroeder, fundadora y directora artística de Core Dance, ha construido a lo largo de cuatro décadas un legado centrado en el potencial de la danza como herramienta para el cambio social. Su trabajo ha sido presentado en más de una decena de países, siempre con una inclinación por fusionar cuerpo, espacio y mensaje político desde una perspectiva profundamente humanista. En esta ocasión, su sensibilidad se amalgama con la visión de Jonathon Keats, uno de los artistas conceptuales más provocadores de nuestro tiempo, aclamado por medios como The New Yorker y The Atlantic por su habilidad para fundir arte, ciencia, filosofía y tecnología en una sola práctica creativa. Keats, conocido por sus “experimentos mentales” y exposiciones en espacios como el LACMA, la Triennale di Milano o el SXSW, imprime a esta colaboración un enfoque que trasciende lo escénico para adentrarse en el territorio de la instalación viva, la acción crítica y la metáfora colectiva.
El tercer vértice de esta poderosa colaboración es Felipe Pérez Santiago, reconocido compositor y director mexicano, cuya música ha recorrido más de 40 países y ha sido interpretada por orquestas y ensambles de renombre internacional. Fundador del Ensamble Mal’Akh y la Orquesta Vórtice, Pérez Santiago ha forjado una carrera que combina rigor académico, innovación sonora y compromiso estético. Para esta obra, escribió una partitura original que fue interpretada por profesores y alumnos de posgrado de la Universidad Estatal de Georgia, creando una atmósfera sonora envolvente, rítmica y a la vez meditativa, capaz de dialogar con el espacio y el movimiento en tiempo real.
La presentación de Braiding Time, Memory and Water forma parte del programa FLOW impulsado por Flux Projects, una serie de largo aliento dedicada a explorar la relación de Atlanta con el agua, reconociendo su influencia en la configuración histórica, social y ambiental de la ciudad. En este contexto, la obra no solo se inscribe como una propuesta estética, sino también como una acción política y ecológica, que llama a reflexionar sobre la justicia ambiental, el derecho al espacio público y la necesidad urgente de repensar nuestras formas de habitar el planeta.
Más allá de su componente artístico, la pieza se presenta como un acto de resistencia suave: un recordatorio de que el tiempo natural —medido por el fluir del agua y no por relojes industriales— aún puede dictar el ritmo de nuestras vidas si estamos dispuestos a escucharlo. Así, Braiding Time, Memory and Water deja una huella profunda no solo en quienes lo presencian, sino también en el territorio que lo acoge, entretejiendo arte, historia y ecología en un solo gesto poético de pertenencia.