Mane, Su Permanente Sonrisa y Gran Corazón
Hija, Hermana, Esposa, Madre, Abuela y Bisabuela
Siempre Procuró la Armonía de Toda La Familia
JORGE HERRERA VALENZUELA
Adiós es una Palabra Triste,
Corazones que se Quieren,
Nunca Deben Despedirse.
MANE
“Me gustaría que mis nietos me dijeran Mamane, Mamá Grande,
como le decíamos a mi abuelita”, pidió mi amada Esther Lilia.
Eran los últimos días de julio de hace 37 años, llegaba a este mundo
nuestro primer nieto, Jorge Luis.
Claudia, nuestra segunda hija, se convertía en joven madre. Marco
Antonio, norteño, saltillense, también joven, el orgulloso papá.
La Familia Farías Herrera, es la primera rama, de cinco, del
frondoso árbol genealógico, cuyo tronco principal es el matrimonio
Herrera Navas.
Al articular sus primeras palabras, el güerito Jorge Luis, decía
mamá, papá y a los abuelos nos llamó Mane y Vito, no pronunciaba
abuelita y menos “Mamane”. Nos acostumbramos a ser llamados
así.
Muchos años después, así es la vida, nació la hermanita de Jorge
Luis, nuestra querida Sofía, quien al no pronunciar el nombre
completo de su hermano le decía “Choche” y así es identificado el
mayor de nuestros siete nietos.
DULCES Y BONITOS RECUERDOS
Estamos a un año, este sábado 21, de que Dios llamó a mi muy
querida Gordita Linda y la recibió en su reino.
Sé y siento que mi Chacha Linda está con nosotros. Me cuida día y
noche. El recuerdo es permanente.
Así, con la canción Chacha Linda, interpretada por el trío de Los
Hermanos Martínez Gil, enamoré a la Señorita Navas. También le
llevé el disco de los Tres Diamantes con la melodía Consentida.
Una mujer que desde su juventud demostró su alegría por vivir. Le
encantaba la música romántica, entonaba sus canciones preferidas,
cuyas letras las escribía en un grueso cuaderno.
José José, Juan Gabriel y Marco Antonio Muñiz, sus preferidos.
Todas las mañanas, al desayunar, escuchaba las interpretaciones de
ellos. La composición de mi recordado Renato Leduc, Tiempo, con
Marco y José José. Amor Eterno, en voz de Juan Gabriel y todas las
de El Príncipe de la Canción, a quien conoció personalmente.
Toluqueña de nacimiento. Toluqueña de corazón. Toluqueña por
los cuatro costados.
La Señorita Navas, Lilia, querida por sus amigas Gena Estrada,
Micha García López, Carmelita Contreras, Lupita Ávila, Cristina
Sánchez, entre las que recuerdo. Dos de sus amigos Armando
Monroy que se casaría con Gena y fueron nuestros compadres, y
Octavio Chávez que le enseñaba pasos de baile, porque era otra de
sus debilidades y yo que nunca aprendí a bailar.
Nuestro encuentro fue un martes 27 de octubre de 1959, en el
Auditorio de la Universidad Autónoma del Estado de México.
Segundo día del Congreso Nacional Agrario y recibí la orden de
cubrir la información del evento, era reportero de La Prensa.
Al terminar la sesión, fuimos a la habilitada oficina de prensa, a
cargo del ingeniero Héctor Medina Neri, para redactar una versión
de lo manifestado por los congresistas. La señorita Lilia Navas me
auxilió para mecanografiar el boletín.
Joven guapa, discreta, de elegante presencia, seria y la noté como
de pocas palabras. Eso sí, con la sonrisa que le caracterizó toda su
vida.
Con mis compañeros fuimos a comer a un restaurant cerca de los
históricos Portales de Toluca. El personal de la oficina nos
acompañó, incluyendo a Medina Neri.
ACEPTÓ SER MI AMIGA
La tarde del viernes 29 de octubre, concluido el Congreso Nacional
Agrario, la comida de despedida en el legendario hotel San Carlos,
de los Portales. Un chusco incidente marcó mi destino, inicié mi
relación con la señorita Navas.
A la hora de los postres le dije: “Lilia, coma chongos zamoranos,
están muy sabrosos”. No contestó y tiempo después me comentó
que, al escucharme, pensó: “Y este baboso me dijo Lilia, ¡soy la
señorita Navas!”, así lo platicó con sus amigas.
El caso es que le pregunté si podría llamarle a su oficina, con el
propósito de platicar. Laboraba como asistente secretaria de
Medina Neri, director general de Turismo. Aceptó ser mi amiga y
dos meses después, también en 13, me dio el sí como novia.
Anoté en la agenda el número telefónico y el viernes 13 de
noviembre estábamos en nuestra primera llamada de larga
distancia. Trece meses después, nos casamos por lo civil y por la
Iglesia, martes 13 en la Capilla de los Dolores, en Toluca.
CONOZCO A SU FAMILIA
Ni duda cabe que cupido nos flechó. Tras una plática telefónica,
concertamos la primera cita. Recibí de la Señorita Navas la
invitación para ir a su hogar. Vivía con su mamá, su hermano y la
esposa de él, así como con un niño y una bebé.
La verdad es que me sentía nervioso. Comería en su casa. ¿Qué
llevo? Nada venía a mi mente, solo el gusto de encontrarme con la
chica guapa y sonriente, muy apreciada y respetada en el círculo
social de sus amigas. ¿Qué llevé? Una bolsa con piedras de pan que
compré en Sanborns.
Fui a la terminal de los turismos México Toluca. Estaba en una
diagonal cercana Paseo de la Reforma, a un costado de lo que
ahora es el Senado de la República.
El pasaje, 3.75 pesos; hora y media de recorrido por la vía federal,
no había autopista. La curva de Río Hondo, la más peligrosa. Al
pasar por Lerma, había huellas de los pasos a desnivel que se
utilizaron en la campaña contra la fiebre aftosa.
Pasé a la oficina de Turismo y salimos caminando hasta su
domicilio, no muy lejano, en la calle de Allende. Tuve un feliz
recibimiento de parte de doña Esthercita Ruiz Pacheco, quien sería
mi adorable suegra y hasta mi defensora.
Después conocí a quien fue un fraternal cuñado, Edmundo y a su
esposa Nanda (María Fernanda Hernández) y a los pequeñines
Mundito y Rosario. Inolvidables días.
A las diez de la noche, doña Esthercita muy atenta me decía, “Jorge
ya se va el último turismo”, equivalente a un hasta mañana. Era los
viernes, día de mi descanso en La Prensa.
Pronto se supo de mi presencia, porque la columnista “Maricel” en
su “Crinolina” del diario El Mundo publicó que nos vio “de manita
de torta” en los Portales.
Hoy le mando un beso a Gloria Díaz González de Libién, la Decana
de las Periodistas del Estado de México. Siempre elogiando a Lilia
por su belleza y la sonrisa amistosa que le caracterizaba.
NOS CASAMOS EN MARTES 13
Desde diciembre de 1959 hasta pocos días antes de nuestra boda,
nos escribíamos. Había una carta diaria en su casa y recibía su
contestación, inmediata, con unas letras en la parte posterior del
sobre: SCUB, Sellada Con Un Beso.
En su carta del 13 de enero de 1960, recuerdo que fue
determinante para mi futuro. Aceptó ser mi novia, advirtiendo que
no perderíamos el tiempo y deseaba saber si estaba dispuesto a
casarme. Ni un segundo dudé en dar la contestación con un ¡Sí!
Pasaron pronto los meses. Comía en su casa; tomábamos café en El
Rey. Íbamos al cine y un día me dijo “eras tacaño, nada más me
comprabas una cajita de chicles”.
Empecé a conocer a sus amistades. Al matrimonio de Pedro
D´olaire y Esperancita Lího, sus compadres. A su compañera de
oficina, Lidia Gómez Tagle y a Micha García López, quien nos
organizó una despedida de solteros en terrenos de la Hacienda La
Gavia. A ella la festejaron sus amigas.
Se llegó el marte 13 de diciembre de 1960.
Pasé mi última noche de soltero en el Hotel San Carlos y de ahí salí
para la boda civil, presidida por Don Polo Estrada, el entonces
Casamentero número uno. Papá de Gena y cuñado del declamador
Manuel C. Bernal.
Presentes los papás, Doña Esthercita y el profesor Filiberto Navas,
Doña Matilde Valenzuela y don Gonzalo Herrera. Testigos de ella,
sus primos Beto y Tavis Del Moral; de mi parte, colegas de La
Prensa, Mario Alberto Santoscoy y José Ángel Aguilar.
Después, a la Parroquia de los Dolores, cerca de la casa de la novia.
La ofició Monseñor Pascual García Ruiz, tío de Lilia. Todo muy bien,
sin olvidar que Mundito, de escasos 4 años, se la pasó jugando en el
altar y Tío Pascual se distraía.
Todo muy sencillo. Un brindis en Familia. Chusco detalle, Medina
Neri me dijo: “Ora si Jorge, como dijo el curita, te casaste, ya te
fregates”. Tío Pascual se volteó y añadió: “¿Cómo dice que dije?”.
Bueno, todo marchó de maravilla. Feliz, feliz, feliz. El Civil y el
Religioso, gratis. No desembolsé ni un centavo, de los que todavía
valían. Generoso don Polo e igual Tío Pascualito.
Nos despedimos. Medina Neri nos prestó su coche para llegar a la
casa de mis papás, en el Distrito Federal. Breve estancia y
emprendimos hacia el aeropuerto para viajar con rumbo al Puerto
de Acapulco y disfrutar la luna de miel.
AL PARADISÍACO ACAPULCO
En vuelo hacia el rincón de los lunamieleros, a donde las olas del
mar arrullan a los desposados, Acapulco.
Por estar de enviado de La Prensa para cubrir información política
en ese puerto, alquilaba un departamento frente al Club de
Esquíes. La habitación perfumada, con flores y luz tenue, me la
prepararon los de la administración.
Fuimos a la playa y a disfrutar el cálido ambiente. Al tercer día, mi
querida toluqueña sufrió quemaduras en ambos hombros; en la
piel le aparecieron llagas. Dolor intenso. Me comuniqué con mi
colega y amigo Humberto Guízar para que me recomendara un
doctor.
Prefirió una receta casera. “Ponle unos jitomates asados y
mejorará”. Surtió efecto y decidimos regresarnos. Planeamos ir a
Pátzcuaro, Michoacán. Viaje en autobús a la Ciudad de México y de
ahí, en otro camión, hasta el legendario lugar de los tacos de
pescado blanco, que, creo, ya no hay.
A medio camino, el autobús se descompuso. Esperamos horas para
que nos rescataran. Subimos a otro, pero solamente hubo un
asiento vacío. Aguanté de pie. Llegamos a un hotelito muy
acogedor y pasamos unos días, después en ferrocarril a Uruapan,
visita ineludible, el Parque de la Rodilla del Diablo.
Retornó a Toluca. Pasamos por mi querida suegrita. Recuerdo que
la Nochebuena la pasamos, los tres, en la casa de mis papás. Vivían
por el rumbo de Jamaica, en la Colonia Paulino Navarro.
Se acabaron las vacaciones. Enero de 1961, vuelta a la reporteada
en los asuntos policíacos. Nuestro nidito de amor estuvo en un
departamento de la Colonia Nápoles y tres años después en una
casa sola, alquilada, en la Colonia Nochebuena, a unos pasos de la
puerta principal de la Monumental Plaza México.
Este sábado, 21 de diciembre, mi Gordita Linda estará
acompañándonos, rodeada por sus adoradas hijas Geor, Clau y Trix,
así como por el que la llama “Jechu” y “Joseeé”, sus nietos
“Choche”, Marquis, Coquis, Mario Adrián, Ale, Diego y Paquito. Las
nietas Sofi, Aura, Andy, Lolis y Karen, esposas de los nietos
mayores. Ah, por supuesto Diego Farías Suárez, nuestro primer
bisnieto…por supuesto, ahí estaré.
Antes del desayuno, preparado por las hijas, escucharemos misa en
la Parroquia de Santa Rita de Casia. Ahí, en un nicho, reposa
nuestra adorada Mane.
¡FELIZ NOCHEBUENA! Y ¡ALEGRE NAVIDAD!
UN MUY BUEN 2025, DE MUCHA SALUD.
Nos encontraremos, Primero Dios y la Virgen de
Guadalupe, el sábado 4 de Enero 2025.
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