El director general del CIDE (Centro de Investigación y docencia económica), José Romero Tellaeche, acaba de abrir un expediente que estaba dormido en los pliegues del Estado y que se está convirtiendo en un verdadero lastre para la meta de la 4-T de definir una fase posneoliberal: el Banco de México se presenta como el refugio último del pensamiento neoliberal que no comenzó con Miguel de la Madrid-Carlos Salinas de Gortari-Ernesto Zedillo Ponce de León, sino que viene de muy atrás.
El Banco Central se fundó en 1925 para regular la función financiera del Estado revolucionario y someter al orden a los bancos privados donde se había refugiado la burguesía porfirista que regresó a recuperar el poder. En 1993, el presidente Salinas declaró la autonomía del Banco de México en materia ideológica neoliberal, pero sigue siendo el canal de control de los economistas neoliberales sobre la política económica del Estado.
El Banco de México –de donde acaba de salir la severa crítica de desdén del pensamiento neoliberal sobre los economistas de universidades públicas mexicanas– entró en su fase ideológica en 1952 cuando tomó posesión del organismo el pragmático senador Rodrigo Gómez, pero rodeado ya de los primeros economistas formados en universidades privadas. El gran estratega de la vinculación de funcionarios económicos mexicanos con los centros de poder neoliberal de Estados Unidos fue Francisco Gil Díaz, encargado de Estudios Económicos del Banxico y el que desarrolló el modelo de becar a economistas mexicanos en universidades conservadoras de EU, sobre todo la de Chicago donde él había estudiado y donde llegó a ser profesor adjunto nada menos que del Santo Patrono del neoliberalismo, Milton Friedman.
La estrategia de capacitar a economistas mexicanos en centros educativos estadounidenses partió del secretario estadounidense de Estado de Estado Robert Lessig en 1924 cuando en una carta escribió que «México es un país extraordinariamente fácil de dominar porque basta con controlar a un solo hombre: el presidente». Y su consejo solo fue uno:
«Tenemos que abandonar la idea de poner en la Presidencia mexicana a un ciudadano americano, ya que eso conduciría otra vez a la guerra. La solución necesita de más tiempo: debemos abrirles a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto del liderazgo de Estados Unidos. México necesitará administradores competentes y con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes y eventualmente se adueñarán de la misma Presidencia. Y sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queramos, y lo harán mejor y más radicalmente que lo que nosotros mismos podríamos haberlo hecho”.
Los presidentes del neoliberalismo mexicano se capacitaron en universidades de Estados Unidos: Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León. Y los tres convirtieron al Banco de México en el centro de pensamiento neoliberal a través de economistas mexicanos becados por la institución a universidades públicas.
El papel del Banco de México en el neoliberalismo se vio con claridad en las gestiones al frente del organismo de Miguel Mancera Aguayo antes y después de la expropiación de la banca, Guillermo Ortiz Martínez como jefe neoliberal en los gobiernos de Salinas y Zedillo y nada menos que Agustín Carstens que fue traído del cargo nada menos que subgerente del Fondo Monetario Internacional –número dos en la jerarquía– para hacerse cargo primero de la Secretaría de Hacienda con Fox y luego del Banxico con Calderón, en dos gobiernos panistas que no tenían ni idea del neoliberalismo como proyecto transexenal del bloque De la Madrid-Salinas-Zedillo que subordinó la alternancia presidencial al neoliberalismo Hacienda-Banxico.
El incidente denunciado por el director del CIDE involucra un representante en segunda generación de los neoliberales que tienen el control de la educación económica y científica y vieron con malos ojos el proyecto lopezobradorista de utilizar al CIDE como un centro de pensamiento posneoliberal. El joven funcionario del Banxico actual viene con el apellido del Bazdrech que dejó huellas neoliberales en el Conacyt y el Banxico.
Los caminos del posneoliberalismo de López Obrador-Sheinbaum Pardo pasan por recuperar el control educativo que sigue estando en manos del pensamiento neoliberal.
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