El maestro Luis Eduardo Pérez Ortiz Cancino, Especialista en Geotecnia de la Universidad Autónoma de México (UNAM) y Exdirector de Análisis y Gestión de Riesgos del CENAPRED. Informó que en 1997, el huracán Paulina provocó lluvias intensas en Guerrero dejando graves daños en Acapulco y ahora este tipo de fenómenos se han intensificado.
En ese año, en Las Vigas, Guerrero, se registraron 302 milímetros de precipitación, mientras que en Acapulco el máximo fue de 411.5 milímetros. Sin embargo, en 2024, el huracán John trajo lluvias aún más intensas. En Las Vigas, las precipitaciones aumentaron aproximadamente un 214% con respecto a Paulina, alcanzando los 949.2 milímetros; en Acapulco, la cantidad de lluvia fue un 119% mayor, con 900.2 milímetros.
Al igual que durante Paulina, en 2024 también se produjeron inundaciones, derrumbes, caída de grandes rocas y flujos de lodo en las zonas montañosas. Sin embargo, hasta ahora, el número de víctimas parece ser significativamente menor. Aún no hay certeza sobre el monto de los daños, ya que los procesos de evaluación están en curso.
Asegura el maestro que los ciclones tropicales están exhibiendo comportamientos atípicos, como su rápida intensificación, tal como se observó en Patricia, Otis y John. Además, los peligros asociados a estos meteoros son más intensos, con ráfagas de viento cercanas a los 330 km/h en el caso de Otis, o lluvias que superan los 900 milímetros, como ocurrió con John.
Afirma que es urgente acelerar los procesos de previsión, prevención, mitigación, alertamiento y preparación que son fundamentales para la gestión de riesgos de desastre en un entorno cada vez más incierto y peligroso.
Esta responsabilidad debe ser asumida con inteligencia por todas las autoridades, la academia, los sectores económicos y la sociedad en general. Evitar el sufrimiento evitable es nuestro deber y vocación», concluyó el experto en desastres naturales.