–Primo hermano, en México ya no te quieren. Hasta se atrevieron a gritarte ¡narcopresidente! Y en pleno Zócalo; eso sí duele…
–Son como 15 o 18 millones, nada de qué preocuparse—respondería el licenciado presidente con ese talante muy suyo. Su sello.
Además, como diría el clásico: “no se hagan bolas, la presidenta es…”
En serio, en serio, el licenciado Andrés Manuel anda exultante, le saca raja a los últimos días dueño del poder que ha disfrutado desde el 1 de diciembre de 2018 como vulgar aspiracionista con más de dos pares de zapatos.
Y anda en campaña promete y promete, presume y presume dueño de la comarca y dador de vida, montado en 20 propuestas de reforma que el Congreso de la Unión no acaba de digerir.
¡Sí, pues!
Pero más peor, le vale madre la opinión que hipotéticamente habrán de depositar 90 millones de ciudadanos mexicanos en las urnas, el domingo 2 de junio de este año del señor.
Y ya decidió que su favorita, la dueña de la sonrisa Colgate, se cruzará la banda tricolor el martes 1 de octubre. No cita su nombre, obligado por la ley que sí es la ley pero suele violar como violador serial tal como lo acusa la senadora Lilly Téllez.
¡Y háganle cómo quieran! Incluyendo a la ingeniera. Pero ¡ah, caray!, ya está a un dígito de la doctora.
¡Mario! ¡Chucho! Pues qué les pasó. ¿No que la doctora andaba con 40 puntos arriba? ¿Y qué onda con las encuestas de El Universal y de El Heraldo y de…?
Pero no pasa nada y ahí tiene usted al licenciado López Obrador ante al respetable reunido el sábado 17 de febrero de 2024 en Atoyac de Álvarez, Guerrero, un día antes de la Marcha por la Democracia que tanto le ha dolido, como adelantándose a la irremediable realidad.
¿El destino? Vaya usted a saber, pero lea y no se ría, porfis:
“Bueno, ¿ahora qué les digo? Yo le voy a entregar la banda presidencial a alguien que piensa como ustedes, que piensa como yo; entonces, no hay nada que temer, va a continuar la transformación hacia adelante”, puntualizó el licenciado presidente en esas tierras donde cree que la población vive aislada de la realidad.
Y sí, en sábado, Su Alteza Serenísima deja la huella de su discurso propagandístico. No hay que temer, en previsión de que, en los comicios del 2 de junio gane la vecina de enfrente, a la que ha insultado y descalificado.
Señoras y señores, niñas y niños, chamacos y chamacas de esas latitudes, no teman porque va a llegar alguien que piensa como él, sí, como el licenciado presidente.
¡Recáspita, Félix!
Y por si quedaba alguna duda, al día siguiente, en terrenos del estado de Puebla, continuó la procesión del calvario, sí, por supuesto, del hijo pródigo de Tepetitán, el Santo Niño Fidencio redivivo que de la charca saca empapados de nueva vida a sus feligreses.
“Me faltan un poco más de siete meses ya para terminar mi ciclo. Me voy a ir muy contento. Miren, me voy por tres cosas”, dijo y fue más específico:
“(…) Segundo, que está garantizado el relevo. Lo dije ayer, lo dije en la costa de Guerrero, que voy a entregar la banda a finales de septiembre a una mujer que se llama justicia –matizó burdamente–, y voy a estar muy tranquilo por eso, porque va a continuar la transformación”.
Así, sin rubor viola la ley electoral, anda en campaña, pero evidencia que los asuntos de la sucesión no caminan como lo imaginó; la maquinaria aceitada con recursos del presupuesto público acusa severos tropiezos.
Y, pese a que hay jilgueros del oficialismo y de la prensa que soslayan a Xóchitl Gálvez y destinan tiempo estelar y primeras planas a la doctora Claudia Sheinbaum, pues la favorita del profesor cae en la preferencia del voto. Usted pregunte a sus amistades y vecinos de confianza.
¿A poco no?
¡Ajajá!, ¿usted le cree? Se escuda en un presunto respeto a la ley que sí es la ley, pero blofea. Miente como respira.
Se dice optimista, “muy contento, porque estoy cerrando un ciclo. Ya voy a terminar, voy a entregar el mandato y estoy absolutamente seguro. Claro, hay que ver qué dice el pueblo y qué dice el Creador, pero como veo yo las cosas voy a entregar la banda presidencial a una mujer que piensa como piensa la mayoría del pueblo, una mujer que se llama ‘justicia’, o sea, que el futuro, el porvenir viene acompañado de la justicia. Y esto aplica en lo nacional y en Puebla”.
Pero, pero ya no te quieren, primo hermano. Te lo dijeron en el Zócalo el domingo.
“Nuestros adversarios, los fifís, corruptos, no le tienen amor al pueblo ni le tienen respeto al pueblo, se sienten superiores, son clasistas, son racistas, por eso no entienden lo que está pasando. Y se enojan mucho y empiezan a insultar: ‘Narco, dictador, naco’. Y sí, la verdad, me da mucho orgullo ser de Tepetitán, Macuspana, Tabasco”, responde el licenciado presidente, en la mañanera de inicio de semana ofrecida en Puebla.
Sí, perogrullada, le ha dolido la concentración en el Zócalo y calles aledañas del Centro Histórico, la Marcha por la Democracia que se replicó en más de un centenar de ciudades del interior y fuera del país.
Acorralado, llevado al espacio en el que él se ha dado con largueza la libertad de maltratar al que no considera pueblo bueno y difama, insulta, descalifica y estigmatiza, se vuelve rabioso, herido en su amor propio, con el enorme ego lastimado, se imagina un escenario.
–¿Por qué no nos han derrocado? —se pregunta y responde:
–Por el pueblo. Pueblo, pueblo, pueblo.
¿Derrocado? ¿Quién, quienes lo han querido derrocar? El pleito cotidiano con sus fantasmas, ésos que, sin duda, lo despiertan de madrugada recordándole que el poder presidencial es finito y el sexenio dura seis años.
Y responde negándose a un escenario que paulatinamente deja de ilusión de la oposición:
–Sí. No, no veo yo que el bloque conservador en el país, en general, sea la facción que sea, tenga posibilidad de avanzar.
Bueno, admite que “no son pocos, ¿eh?, son millones, también eso hay que tenerlo presente. Porque no son los que fueron ayer (el domingo) al Zócalo, no, esa es una vanguardia, esos son los, vamos a decir, dirigentes, pero los conservadores en México pueden llegar a ser hasta 15, 18 millones de personas o ciudadanos”.
¡Recontra, Fernández Noroña!
Dolió la concentración, calaron mensaje de Lorenzo Córdova y arengas repetidas por miles y miles de gargantas.
Dolió al licenciado presidente y a quien asegura su sucesora en batería contra estos canijos conservadores y oligarcas, neoliberales y vende patrias, que el domingo salieron a defender a la democracia.
“Es la democracia de ellos, la de los oligarcas, la de los ricos. La democracia de los corruptos, y nosotros lo que queremos es que haya la democracia del pueblo, o sea no queremos poder sin pueblo”, dijo en entrevista en Puebla.
¿Qué le parece? Si usted marchó por Reforma y avenida Juárez y Madero y Cinco de Mayo y fue al Zócalo el domingo y participó en la concentración, entonces asúmase oligarca y neoliberal, parte de esos 15 o 18 millones de mexicanos a quienes Su Alteza Serenísima desprecia.
No, pues sí.
Pero, bueno, desde las alturas del Olimpo, sépase también reconocido o reconocida, porque el licenciado consideró que estuvo muy bien que usted y yo y un chingo de mexicanos salimos a manifestarnos, aunque fuimos quienes, asegura, “los que establecieron la antidemocracia con los fraudes electorales (…). Y ahora se disfrazan de demócratas”. ¡Sópas, Drakko! Digo.
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