A Kamala Harris le puede pasar, con algunas diferencias, lo que le pasó
acá a Xóchitl Gálvez que llegó tarde a la cita para su enfrentamiento
electoral con Claudia Sheinbaum, quien salió con una ventaja de más de
un año en campaña que inició, no cuando renunció, a la jefatura del
Gobierno de la Ciudad de México, sino mucho antes.
Harris irrumpió en la escena electoral norteamericana luego de que los
problemas mentales y físicos del presidente Jos Biden lo llevaron a la
declinación cuyo anuncio hizo este domingo pasado.
La vicepresidenta levantó expectativas entre sectores importantes de su
partido, el Demócrata, quienes le brindaron la confianza a tal grado de que
en las primeras 24 horas de su lanzamiento, ya tenía en la bolsa 81
millones de dólares de donativos para su campaña.
Mientras su adversario Donald Trump hace una campaña montada en la
migración, especialmente la que viene de México, con la amenaza de
cerrar la frontera y realizar una guerra en contra de los cárteles
mexicanos, como lo confirmaron, este martes, él y su compañero de
fórmula James D. Vance, la demócrata no define aún su estrategia.
Hay una razón para que todavía no lance todo lo que trae bajo el brazo,
como dicen de los pitchers en el béisbol, todavía no es candidata, como ya
lo era Biden y no se descarta la posibilidad de que pueda surgir otro
aspirante a la candidatura demócrata en los próximos días.
¿Qué tiene para enfrentar la beligerancia de Trump? Harris no caerá en el
juego de las amenazas del republicano, seguramente se irá más por los
logros de la administración en la que todavía es vicepresidenta, como son
un dólar fuerte, baja en la inflación y una menor tasa de desempleo a
pesar de la pandemia.