Balcón del Zócalo cumple diez años y lo celebra con dos manifestaciones poderosas: un menú degustación que encapsula su historia desde el lenguaje de los sabores y un documental que retrata con honestidad el proceso detrás de cada decisión, cada giro y cada cicatriz. Esta celebración es un acto de memoria, introspección y evolución. Es, como bien dice su título, el comienzo de algo más: A partir de ahora.
Diez años atrás, Balcón del Zócalo no era el restaurante que conocemos hoy. Su propuesta gastronómica era distinta, su identidad aún difusa. Pero incluso entonces existía una convicción: la de construir algo con sentido, técnica y emoción. Fue en ese contexto que el chef Pepe Salinas tomó las riendas de la cocina y decidió que su trabajo debía reflejar la complejidad de México desde una visión contemporánea, rigurosa y profundamente personal. Esa decisión marcó el inicio de una transformación constante.
El documental, grabado durante un año entero de trabajo, captura esa transformación como si se tratara de un proceso vivo. No es una vitrina de logros ni una secuencia de aplausos. Es un testimonio real de los desafíos, las preguntas y las decisiones que han definido a Balcón del Zócalo. Desde los días en que funcionaba como buffet hasta la determinación de convertirse en un espacio de alta cocina mexicana, cada etapa revela una historia de reinvención. El espectador es testigo de los momentos de prueba en cocina, de las sesiones de Investigación y Desarrollo, de las discusiones en equipo, del desgaste emocional, pero también de las pequeñas victorias que sostienen el alma de un restaurante.
En paralelo, el menú degustación que se presenta como parte de esta celebración no busca replicar platillos antiguos ni apelar a la nostalgia. En cambio, se construye como una narrativa comestible, donde cada creación interpreta una emoción, una decisión o una etapa clave del restaurante. Aquí no hay greatest hits, hay memoria viva. Un platillo puede partir de una remodelación que cambió la forma en que se cocina y se sirve; otro, de la incorporación de una técnica que sacudió lo establecido. Hay homenajes al pan, símbolo de humildad y origen; y evocaciones del buffet con el que todo comenzó, reinterpretado desde la técnica y la emoción de hoy.
Ambos proyectos, documental y menú, son dos caras de la misma celebración. Son una forma de honrar el pasado sin quedarse en él, de reconocer los errores sin negarlos, de abrazar los aciertos sin idealizarlos. Son, sobre todo, una declaración de principios: la excelencia es un camino en movimiento. En ese camino, la creatividad colectiva ha sido la brújula. Cada miembro del equipo ha dejado su huella. Aunque la decisión final recaiga en el chef, la identidad de Balcón del Zócalo se ha construido con muchas manos, muchas miradas y muchas ideas que encontraron su cauce común.
El orgullo es la emoción que permea este aniversario como un reconocimiento al trabajo honesto. A la valentía de transformarse. A la claridad para saber que este es solo el inicio de otra etapa. Balcón del Zócalo no se mira al espejo para validarse, sino para recordarse quién es y hacia dónde quiere ir. Y lo que ve es a un restaurante que ha elegido evolucionar, incluso cuando eso implica incomodidad o riesgo. Que ha aprendido a crear desde la vulnerabilidad y no desde la fórmula.
A partir de ahora es una filosofía de trabajo. Una forma de entender el tiempo, la cocina y la identidad. Un lugar que prefiere hacerse preguntas antes que repetir respuestas. Que se atreve a cambiar porque entiende que ese es el único camino para seguir siendo relevante.
Puedes ver el documental aquí: